miércoles, 5 de marzo de 2014

La Nieve

Era un furioso sol de Marzo el que golpeaba el mundo ese día, con la fuerza de un dios que despierta con una rabieta monumental. Sin embargo, los potentes rayos de luz se veían ensuavecidos y acunados por los brazos infinitos de los árboles que rodeaban al joven, creando delgadas, aunque deliciosas, sombras amarillas que bañaban el camino invisible por el que deambulaba. La respiración pesada, la mente despejada, los hombros morenos cargaban con el peso de una mochila de aspecto olvidado. La camisa vuelta una segunda piel, el sudor recorría su cuerpo con la misma insistencia de la sangre en sus venas. 

Caminaba sin rumbo, subiendo, siempre buscando la altura, rodeando rocas que bien podrían haber sido monolitos de eras antiguas. El bosque se esparcía por kilómetros a la redonda, según juzgó al darse la vuelta para admirar el valle que tenía a sus pies. Horas atrás, había entrado en esa tierra mística de la que tantas historias había escuchado. Troncos, arbustos, hojas, capullos, un infierno del más silencioso verde y del más sereno café que se expandía en todas direcciones. Para un hombre que nació y creció en el mar, el Monte de las Edades era un universo incomprensible de raíces que se retorcían como las entrañas vivas de la tierra, y de piedras que salpicaban el suelo de un gris musgoso. 

El aleteo esporádico de pájaros desconocidos que alzaban vuelo por entre las ramas solía mantenerlo atento, pero le resultaba desconcertante la ausencia de animales y bestias peligrosas, que creía más abundantes, más ansiosas de carne fresca, como advertían las leyendas. Las piernas del joven le dolían, luego de haber caminado días sin parar, atravesando los Pastizales del Fin, pero de cierta forma el cansancio le resultaba sostenible mientras se mantuviera en movimiento. 

Primero lo escuchó, despacio, lejano, pero insistente. Luego lo olió, la humedad mojando su espíritu y operando como un bálsamo sobre su piel agotada. Dejó que sus sentidos lo guiaran, hasta que encontró un riachuelo que bajaba por la ladera del cerro, el cual cruzaba entre los árboles con delicadeza, despejando el cielo sobre su cabeza. El calor resultaba aplastante, y no tardó en remojarse el rostro orgulloso, el pelo negro, los brazos fuertes, los pies desgastados. Llenó una pequeña bolsa de cuero con el líquido revitalizante, y tras calzarse las botas oscuras nuevamente, reanudó la marcha. 

Anduvo unas horas siguiendo el curso del agua, su vieja amiga, río arriba. Llegó a una ladera que parecía reducir la inclinación, en la cual había un pequeño claro natural. Las nubes empezaban a plagar el cielo, mientras que la hora del atardecer se acercaba implacablemente. Entonces la vio. Una enorme pared de vegetación, de zarzas, espinas y púas, junto a rocas afiladas y gruesos troncos con la dureza del acero. Detrás de ese muro insalvable, las copas lejanas de los árboles parecían querer ocultar lo que él estaba buscando: el blanco corazón de la montaña, el alma de los perdidos, la hija del invierno, la madre de los lobos; aquella sustancia perdida que llamaban La Nieve. La impresión de lo que tenía ante sus ojos incrédulos lo botó de rodillas. "Pronto podré hacerlo", pensó el joven. Sólo tenía que atravesar el obstáculo que tenía en frente, caminar uno o dos días más, y lo habría logrado. 

Cuando consiguió levantarse y avanzar unos cuantos pasos, sintió un repentino escalofrío, y al parpadear notó que todo lo que tenía frente a él había cambiado, como si un encanto se hubiera roto, como si un velo que le cubría la mirada hubiera caído: cadáveres esparcidos por doquier; cuervos cruentos que se peleaban por trozos de carroña y armadura de antiguos hombres; fuego en el cielo y veneno que corroía el suelo; la garganta lacerante y sedienta, la cantimplora vacía; la luna roja brillando inquietantemente por sobre la cúspide nevada del Monte de las Edades; y lo más aterrador, unos ojos lobunos, un aullido agudo delante suyo, y el gruñido de diez demonios a su espalda. El joven desenvainó su cuchillo.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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