viernes, 29 de enero de 2016

Evento Familiar

Luego de mirar microcosmos de mercurio y neón
Escondidos más allá de donde empiezan tus pupilas,
Él murmuró en tu oído promesas de amor eterno;
Tenías lágrimas rodando por tus mejillas.
Su beso fue fugaz e inesperado, luz que nace
De las entrañas de una pistola disparando en la oscuridad,
Presagiando algo siniestro tras el trueno asesino.
Tras la centella, perdiste el aire de los pulmones,
El plomo comprimiendo tu carne, huesos y alma.
Sonríe, relamiéndose una cicatriz en el labio superior,
El cañón de su arma humeante, sus manos esqueléticas,
La locura virulenta repiqueteando en lo negro de sus ojos.
Fuiste enterrada en su jardín trasero, junto a su esposa
Y junto a su hija, tu hermana, muertas ese mismo día.
Tu padre, delgado, pálido, extasiado de horror y sangre,
Te guardó para el final, dispuesto a disfrutar triunfante
Tu último llanto.
Y vaya que lo disfrutó.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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