jueves, 21 de noviembre de 2013

Carta

Hoy no he querido hacer un poema, es más bien un mensaje, una sincerización, un agradecimiento.

A mis queridos amigos y amigas. A mis padres, a mi hermano (a quien amo con todo mi corazón). A mis primos adorados, a mis tíos, a mis abuelas que adoro y tengo tan abandonadas, y a mis abuelos, que ya no están conmigo.

Les quiero contar que tengo una forma de depresión llamada distimia, que es básicamente un trastorno del ánimo casi crónico similar a la depresión, que si bien no es tan grave como una depresión de verdad, ha estado conmigo desde que tengo consciencia de mí mismo.

La distimia es sólo un nombre, una categoría. Siempre he sido el mismo. Pero con decirles esto, quiero contarles sobre los problemas que me aquejan, del dolor que siento muy en lo hondo: Tengo todo lo que cualquiera podría desear para ser feliz, pero yo mismo no soy capaz de dejarme ser feliz. Tengo un sentimiento gigante de culpabilidad y de pena, tristeza, dolor, angustia y miedo, sin tener un motivo real para tenerlos. Cada pequeña cosa que pasa al rededor mío me hace sentir terriblemente culpable, y aprovecho cada posibilidad que tengo para hacerme sufrir, para aplastarme, para destruirme dentro de mi propia cabeza. Siento que no merezco ser feliz, que no merezco el cariño que todos me entregan día a día, y más aún, siento que me corresponde sufrir, y que merezco todo el dolor del mundo.

A los que me conozcan bien, sabrán que me es muy difícil enojarme. Esto es porque todo el enojo, toda la rabia y toda la frustración la dirijo hacia mí mismo para no hacerle daño a ustedes. El Felipe alegre que ven todos los días es una especie de máscara que creo con mucho esfuerzo, porque nunca los he querido ver tristes con mi tristeza, y nunca he querido que se preocupen por mí.

Sin embargo, no he venido aquí a decirles esto y que sientan pena por mí, o a que digan "pobrecito". Yo he venidos a decirle la verdad, a decirles quién soy yo, qué pienso y qué siento, porque ustedes se lo merecen, porque merecen saber de verdad quién soy. Yo quiero darles a todos las gracias, desde lo más profundo de mi corazón, porque me han enseñado todos, a su manera, de la alegría de vivir, del gozo que hay en amarlos a todos y cada uno de ustedes.

A mis amigos, les doy las gracias por aceptarme tal como soy, con mis defectos y con mi tristeza, especialmente a los que ya saben que para mi no es fácil lo que estoy viviendo. Estar a su lado día a día me hace fuerte, me dan energía para seguir adelante, me dan una esperanza y un deseo de ser mejor para ustedes. Mención honrosa para Pato Cancino: Patito, tu eres de las pocas personas que hace que me olvide por completo de mi dolor, eres capaz de romper con mis pensamientos autodestructivos y dejar que aflore el cariño, la amistad y la alegría de manera real, espontánea y dulce. Mención honrosa para Javier Carrasco. Javier, querido hermano, compartimos un lazo psíquico especial, una especie de conexión casi espiritual que nos mantiene siempre en la misma frecuencia. Yo te he acompañado en tu dolor, y tú en el mio. Te he visto crecer, te he visto madurar, y estoy muy orgulloso de tenerte conmigo, y de poder contar contigo siempre. Nuestras locuras durarán por siempre, mi querido alquimista. Por último, también quiero darle las gracias de manera especial a Beatriz Garretón. Bea, negrita, tu fuiste la que me dio el valor necesario para andar por el camino que me había resignado de andar. Me escuchaste, y me diste ese empujoncito que necesitaba para reconocer mi problema, y enfrentarlo con valentía y esfuerzo. Gracias pavita.

A mis papás, les doy las gracias por amarme desde que estuve en la guatita de mi mamá. Siempre estuvieron presentes para todo lo que yo necesitara, me dieron el cariño, el calor y los valores que me guiaron a ser siempre un hombre que busca amar y perdonar a todos, a ser un hombre de excelencia en el amor y el cariño. Papá, mi Chicho querido, eres lo mejor que podría haber pedido como papá. Siempre preocupado, siempre atento, siempre dispuesto a mejorar por mí, a entenderme, a darme mi tiempo y mi espacio en este proceso difícil, en este duro camino. Me aceptaste cuan frágil soy, y a tu manera, a veces dura, pero siempre sincera y llena de buenos sentimientos, me quisiste, me dijiste que todo estaría bien, y no dejaste de quererme nunca. Te amo papá. Mamacha, eres muy sabia. Siempre tienes tus antenitas bien atentas para ver cuándo necesito de tu abrazo, de tu cariño, de tus palabras dedicadas, de tus conversaciones llenas de amor. Sé que tienes miedo, y que para ti es tan difícil como para mi el proceso que estoy enfrentando, pero tu me criaste siempre con fe y con cariño, y no has dejado de hacerlo nunca. Me diste las alas para poder volar, para poder amar, para poder escribirte hoy estas palabras. Siempre te haces un espacio en tu ajetreado día para ver cómo estoy, siempre me tienes presente en el pensamiento y en el corazón, y eres una madre hermosa. Te amo mamá.

A mi hermano, Cristobal. No sé si lo sabes, o si te lo he dicho ya, mi memoria no es la mejor, pero no tienes idea de lo importante que eres para mí. Siempre te he admirado, y siempre te he querido para bien. Eres una persona brillante, con un corazón hermoso y con una capacidad para hacerme reír incluso en el día más gris. Con sólo tenerte cerca, la tristeza se aleja. Cuando no estás en la casa, no puedo evitar sentirme triste y sólo. Tu presencia me da paz y me da tranquilidad. Tienes una cualidad casi mágica para hacerme sentir importante y valioso, cosa que no muchos logran. A veces siento que sabes exactamente lo que me está pasando, aunque no conversemos del tema, y me da un poco de pena pensar que me tengas tan cerca, pero no sepas bien como ayudarme a veces. Pero quiero decirte que con tratarme siempre como tu hermano, con tus bromas, tus chistes, tus pesadeces, tus rabietas, tu risa, tu felicidad y tu corazón puro y sincero me hacen muy muy dichoso. Cris, te amo mucho. En verdad eres todo mi mundo.

A mis primos y tíos, a mis abuelitas. ¡He compartido tantas cosas con ustedes! Somos secos para el leseo, para compartir, para disfrutar todos juntos, para querernos y para aceptarnos. Somos un grupo muy diverso, y entre ustedes, me he sentido integrado, me siento uno más, ¡y no de una manera negativa! Siento que encajo, que soy una pieza importante de nuestro rompecabezas familiar. Quizás no compartamos tantas cosas privadas, ni secretos ni dolores. Pero yo he querido dar este paso, porque merecen saberlo. No quiero que sean "cuidadosos" conmigo. Sigo siendo el mismo, sigo siendo yo, y por el cariño incondicional que nos caracteriza como familia es que he querido abrirme ante ustedes, y mostrarme como soy. Siempre espero con ansias los cumpleaños, fiestas patrias, navidades, años nuevos, porque es la excusa perfecta para pasar una tarde perfecta con todos ustedes.

Quiero darles a todos, y a muchos más que no he mencionado, las gracias. Ustedes hacen de mi mundo un lugar mejor, son las estrellas en mis noches de oscuridad, y son el sol que ilumina mi camino. Cuando estoy con ustedes, la pena se aleja, y eso es el favor más grande por el cual estoy más agradecido. Los amo con todo mi corazón.

Felipe Guzmán Bejarano

lunes, 11 de noviembre de 2013

La pequeña maldición del amanecer diário

Un cigarro con aroma a silencio,
Y el amanecer triste en mi ventana.
Las sábanas deshechas,
Las cortinas a medio abrir,
Y en la almohada pintan
Mis lágrimas la soledad.

El café amargo,
El pan caliente.
El asiento junto a mí vacío,
La llovizna golpeteando en mi alma.

Me ducho, me visto,
Me peino, me afeito y lavo la cara.
Salgo a la calle y el viento
Susurra tu nombre a lo lejos.

Sin ti, los días se suceden
Iguales unos a otros.
En tu ausencia, las noches
Ya no son noches, sólo sombras
Sin figura ni fondo,
Sin sentido ni dirección,
Sin luna ni estrellas ni sueño feliz.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano