-El otro día el perro volvió a vomitar en la alfombra.
-Tengo ganas de comprar un celular nuevo, el mío está viejo.
-Limpiando esa mancha de bilis recordé tu nombre.
-También quiero ponerme implantes de silicona.
-Me di cuenta entonces de que te amo.
-Así llamaré la atención de los hombres en la calle y en el colectivo.
-Sé que no me estás escuchando, y me gustaría salir en bicicleta a la costa.
-Me excita que me miren lascivamente, especialmente cuando ojean mis nalgas.
-Ojalá el sol se hundiera en el mar como una cuchara en la sopa.
-Necesito sentarme, hace mucho calor.
-Salió una nueva película en el cine, ¿vamos a quemarlo?
-¿Me hacen ver gorda este par de lentes?
-Tus palabras te hacen ver gorda.
-Gracias, siempre sabes qué decir para hacerme sentir linda.
-Como te decía, necesito iniciar un incendio, ¿me acompañas o no?
-Iré contigo a la luna, ida y vuelta si es necesario, pero dame un beso primero.
-¿Sabes donde dejé la parafina?
-Un buen beso a baja gravedad es lo que me falta.
-Acabo de darme cuenta de que perdí mis fósforos.
-¡Si te estoy escuchando! Es mala idea salir con este clima, te puedes desmayar.
-Te comiste mi encendedor de nuevo, ¿o no Matilde?
-Jorge, no digas tonterías, nadie podría ser capaz de soportar a mi hermana.
-¿Tengo que abrirte a tajos para que me digas?
-Hazlo, te estoy esperando. El cuchillo está sobre el velador, y mis piernas están tan abiertas como ida mi cordura. No te amo, eres un bruto desagradable incapaz de alejar los dedos de su nariz. Ven y acaba conmigo, puedes masturbarte con mi pelo o acariciar mis rodillas con el dorso de tu mano, pero hazme sentir sucia y luego mátame, para acabar con todo esto.
-Acabo de encontrar mi encendedor, estaba en mi bolsillo. Luces tan adorable como siempre y tus ojos siguen siendo los mismos.
-También te quiero Jorge, ¿por qué no nos casamos?
-Porque ya estamos casados, nuestros hijos están muertos, y yo me voy a suicidar mañana sin falta.
-Ah, cierto, lo había olvidado. Lástima, hubiera sido bonita una boda a estas alturas del año.
-Adiós Matilde.
-Cómo te decía, un celular es lo que me hace falta. ¿Me comprarías uno?
Autor: Felipe Guzmán Bejarano