martes, 30 de junio de 2015

Morir de Amor

Linda, no me des las gracias nunca,
Ay, no me digas que me quieres,
Que me dará por morir de amor.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Tormenta

Soy tormenta en toda la cacofonía de su significado.
Escarcha en mis palabras, granizo en mi mirada,
Furia en la ilusión, vértigo veloz en la lengua,
Inclusive viento huracanado en la punta de mis dedos.
Véanme venir, destrozar todo a mi paso, y luego partir a la muerte.
¡Relámpago, fuego, lluvia y dolor de existir!

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Conjeturas de Obviedad

Fue difícil leer entre lineas y triangular la mismidad de las cosas,
Pero al final resultó ser que cada pieza sí tenía su lugar.
Las cañerías rotas, la demolición de edificios antiguos,
El intercambio de dientes por monedas bajo la almohada.
La infalibilidad del martillear de un vecino temprano en la mañana.
La lluvia, los truenos, la contaminación de nuestros ríos,
La posición exacta en que los perros defecan, las muecas,
La cacería de ballenas, el amor, los sueños rotos, las pequeñas alegrías.
Sorprendemente, la tristeza también tiene su lugar,
Bien asentada en mi espíritu inmortal está.
Luego de mucho pensarlo, descubrí también su propósito:
Secretamente, sirve para estar triste, llorar, y maldecir.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Comida

Is this rot what is running down my throat, or is it not?
Y si no, ¿qué conjuro negro es este que me oprime?
Devorar venenos con ansias, beber pesadillas,
Construir falsas sensaciones de bienestar,
¿Y todo para qué?
Para llenarme el buche a bocados de nigromancia,
En un intento de saciar mi corazón ensimismado.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Esencialmente Innecesario

Con lo poco que alumbra
La lampará en mi velador
Sólo alcanzo a ver decepción
Por las pequeñas cosas
Que
No
Llenan
Los
Días
De mi pseudo vida.

Las siento repiquetear
Contra un vidrio grueso
Que no está ni fuera
Ni dentro de mi,
Y
Se
Oye
Caer
Sobre
La noche una muerte.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

lunes, 8 de junio de 2015

Género Alienado

Ningún ángulo favorece al hombre,
Monstruos opresores de su género.
Ni belleza ni sensibilidad,
A veces incluso sin lógica alguna.
¿Qué nos queda entonces?
¿Comprar cerveza, ansiar pechugas?
¿Poner el pene como argumento principal?
¿Replegarnos en la religión contemplativa?
¡Claro, si reducir a la mujer hará todo mejor!
Patriarcas llenos de patrañas.
¡Me enferman!
¡Métanse su machismo por la uretra!
Ando vuelto una quimera de volutas venenosas,
¡Y lo que más me aterra!
En una esfinge acuariana de lengua acertijada.
Es por culpa de estos idiotas,
Machos y hembras reproductoras de ideología,
Que hoy no encajo en mí mismo,
¡Y lo que es peor!
No entro en nadie más.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Impotencia

Toda impotencia sexual se sustenta en una impotencia de espíritu,
En la incapacidad absoluta para hacer frente a la vida,
La dificultad extrema de hacerse valer ante los demás,
De la imposibilidad máxima para mirarse a los propios ojos.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Alma de Niño, Cuerpo Autoerótico

Completamente inepto,
Hay días en que
Me siento apto
Para niños entre tres
Y seis años.
Infantil,
Inocuo,
Vacío de todo contenido,
Una suerte de yo-yo
Que se repite en su ego-ego.

Dame un abrazo,
Y luego dame otro,
Las palabras son relleno barato.
Quiero beso,
Que me cambien los pañales del corazón.
Mamadera o pezón,
Leche espumosa de amor.
Un cordero,
Un cachorro indefenso,
Un bebé furiosamente hambriento.

Perpetuamente caliente,
Hay semanas en que
Soy una estufa Toyotomi,
Compulsivo consumidor de pornografía.
Eyaculador precoz,
Manflinflero audaz,
Solitario guerrero cuyo baño es su trinchera.
Y es solamente
Por solitario
Que me masturbo.
Cuando me siento triste
Me empieza la calentura.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

viernes, 5 de junio de 2015

Ejecute. Repita. Beneficios Garantizados.

Interruptor presionado,
Comienza el día antes del sol.
Caminar bajo el peso del frío,
Tiritar, respirar gelidez y humo.
Reventar los tobillos propios
Por ir de pie en la locomoción colectiva.
Dilatar la concentración,
Estrujar la mente,
Ser hábil con las manos o el pensamiento.
Pausa para el almuerzo.
Atiborrarse de información,
Consultar compulsivamente la hora.
Pantallazo azul de la muerte.
Regresar a casa soportando
Los rostros cansados de los demás.
Cenar.
Trabajar horas extras que no serán remuneradas.
Interruptor presionado.
Dormir. Unas. Míseras. 4. Horas.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Danielle

Pinceladas como aletazos de mariposa,
Marco de bronce recogido sobre la cabeza.
Verdades y licores descansan desnudos,
Deteniendo el paso del tiempo en su lectura.
No hay inviernos ni capillas dentro suyo,
Sólo una mujer descubriéndose en secreto.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Horror

Manzanas de la muerte,
Frutos del veneno mismo.
Patadas en el vientre,
Fetos que enfrentan abismos.

El bramido de los toros
Que resuena en mis entrañas
Se transforma en grito sordo,
Sin descanso, mil batallas.

Si hachazos de acidez
O mazazos de penuria,
Yo no entiendo su revés,
Ni sus estocadas de furia.

¿De qué me han servido
Mis incesantes pasiones?
Seguramente para nada.
Seguramente para nada.

¿De qué me han salvado
Mis lastimeras canciones?
Absolutamente de nada.
Simplemente de nada.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

lunes, 1 de junio de 2015

El Cristo del 2001.

El Universo Tangente llega a su fin,
Ya no hay Muertos Manipulados,
Ni Artefacto, ni Trampa del Seguro.
El portal se ha cerrado, cesada su función,
Y el agua vuelve a ser agua.
Demos gracias a Darko por la vida nueva,
Por su justicia de fuego y su sacrificio psíquico.
Una familia pierde un hijo sagrado,
Y el mundo lo olvida en su regocijo.
El Cristo del 2001, con sus tentaciones,
Serpientes, conejos y viajes en el tiempo.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Pasión de Apóstol

"Es el sol lo que hace al mundo girar", me dijo en esa ocasión. No entendía yo, ni las leyes de la gravedad, ni la gravedad de sus palabras, envueltas siempre en ese vapor misterioso que exhalaba entre cigarro y cigarro. Yo quería zurcir las llagas del mundo, destronar la miseria, regenerar la capa de ozono, y él me hablaba de no sé qué propiedades físicas del sistema solar, haciendo gala de lo que aprendió en sus viajes y conversaciones con eminencias de la ciencia. Parsimoniosamente me peroraba, ignorando que las lágrimas me iban a brotar.

Estuvimos varios minutos así, frente a nuestra madre falleciendo de vejez. Digo madre, pero era en realidad nuestra abuela, única pariente viva que nos quedaba, quien nos cuidara luego de la muerte de nuestros padres, nos abrigara en los inviernos, y nos inculcara desde siempre la cualidad de la observación y el respeto.

Mi hermano estaba triste, y como no sabía enfrentar la pronta partida de nuestra madre era que hablaba y hablaba sin parar sobre lo primero que se viniera a la mente. "Y mientras mayor la masa, el peso de cada cosa, mayor la atracción que ejerce". Nuestra madre sí que era un peso a ser considerado, con la fuerza con que nuestros pensamientos y corazones la rondaban día y noche, por amor tanto que le debíamos y le dábamos en los gestos pequeños de lo cotidiano.

Entonces se estaba muriendo, y mi hermano, en una suerte de letanía, repetía sus mantras científicos, como si quisiera acallar la realidad que se develaba ante nosotros. Habíamos perdido a nuestros padres, pero fue a tan temprana edad, y tanto el cariño de nuestra madre, que nunca conocimos el vacío de la muerte. Ese día íbamos a conocer la sombra grande, y cada uno de nosotros partiría después a su propio horizonte: No podríamos soportar la presencia del otro sin recordar a tan anciana mujer.

Recorrí nuestra ciudad, siguiendo un sendero invisible a los ojos, luego de enterrarla en el Cementerio General. Me senté con pordioseros, alimenté palomas, enjuagué mi ropa en callejones con botellas de agua. Bebí, mané desconcierto, increpé a desconocidos, lloré en hombros de una amiga. Pasadas varias horas, regresé al cementerio con más flores. Desde esa tarde, no supe más de mi hermano.

Varios meses después, algo más asimilado el fin de la vida de mi madre, empecé a cantar en plazas, conversé con almas en pena, y empecé a sanar a los heridos de corazón. Mi abuela habría de vivir por medio de mis acciones, y yo repetiría sus prodigios como si fuera apóstol de esa Cristo femenina.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano