martes, 27 de agosto de 2013

Interrogante Amargada.

¿Dónde quedo yo cuando se rompe el paradigma?
¿Era una prueba?
 ¿Un experimento?
¿Dónde quedé yo cuando terminó todo?
 Me pregunto.
 Me pregunto si será en tus sueños.
 Me pregunto si será en tus ojos.
Era como la palabra que sale de tu boca,
Que queda en el recuerdo para siempre,
Por ser palabra y vida,
Pero abandona el cuerpo a penas el nuevo aire roza tus labios.
Quizás me convertí en tiempo,
La pausa en el momento que quedaba cuando me mirabas,
La tensión irrompible de un alma embellecida,
El segundo en que tu te preguntabas si era de verdad
Y yo me preguntaba si sería para siempre.
Quizás en verdad fue el suspiro,
No más palabra sino corriente,
Que emana del cuerpo exaltado,
Emoción que abandona las caricias
Y se convierte en viva memoria de la intimidad
¿Dónde quedo yo?
Sin encontrarme contigo en el espacio,
Pero siempre amarrado a tu espíritu en el tiempo.
Memorias,
Memorias y más memorias.
¿Fotografías?
Daguerrotipos de toda una vida,
Lo que fue y lo que pudo ser,

Quizás en otro tiempo.

-Benjamin.

Me gustan las mujeres

Me gustan las mujeres, no lo puedo evitar.
Me gustan las que tienen el pelo largo, como una cascada de color que baña sus hermosos rostros. Suelo pasar horas soñando despierto mientras las admiro, imaginando la maravillosa tarea de ser un pintor, intentando retratar cada fina hebra y cada dulce mechón. Para mi sería imposible crear algo tan perfecto como el pelo de una mujer.
Me gustan las mujeres de pelo corto también. No lo puedo evitar.
Me gustan altas como árboles, con una sombra agradable para capear el sol del verano, en donde pueda recostarme para que el viento me acaricie con suavidad mientras silbo una tonada, leo un buen libro, o simplemente duermo soñando.
Me gustan las mujeres bajas también. No lo puedo evitar.
Me gustan las que son soñadoras e idealistas. Poder fundir nuestras imaginaciones en fantasías y aventuras, en romances de película o en futuros alentadores es lo mejor de ellas. Saber que siempre tendrán una historia que contar es reconfortante.
Me gustan las mujeres realistas también. No lo puedo evitar.
Me gustan las que son melancólicas y tristes, porque comprendo su dolor y su soledad. Es difícil superar el pasado, y soltar las cosas que una vez uno amó es, para mi como para ellas, inhumano. Hay cierto gusto en la pena que sólo nosotros hemos entendido.
Me gustan las mujeres que son alegres también. No lo puedo evitar.
Pero de todas las mujeres, las que más me gustan son las leales y las sinceras. Ellas son las verdaderas estrellas de las constelaciones, son las lunas por las que uno suspira, y son las mujeres que uno añora cuando no están.
Me gustan las mujeres leales y sinceras. Me gustan demasiado, no lo puedo evitar.



Autor: Felipe Guzmán Bejarano.

La vida según la veo yo

A mi me enseñaron que la vida era una lucha, y que para ser feliz uno tenía que ser un buen luchador.
Nunca me gustó que me dijeran eso: una lucha, así como una competencia, una carrera, etc., implica que tiene que haber un vencendor y un vencido.
A mi nunca me gustó la idea de tener que pisar los sueños de otros para poder ser feliz.
Pero al parecer mucha gente piensa de este modo, y no dudarían en aplastarme si tuvieran la oportunidad.
Es por eso, que prefiero pensar en la vida como una caminata.
Todos tienen sus propios caminos, cada uno apunta a metas distintas, pero mientras compartas tu camino con alguien más, sean amigos, sean amores, nunca estarás solo.
Caminar hacia un horizonte brillante es como debería ser la vida.
También me gusta pensar que la vida es como un gran baile.
Uno puede tropezar y caerse (al igual que cuando se lucha o cuando se camina), pero uno siempre estará rodeado de gente feliz que lo ayudará a reincorporarse al baile y a recuperar el ritmo.
Si la vida fuera una gran fiesta, estaría llena de recuerdos alegres y de risas, de amigos y de música.
Es por eso que disfruto tanto de la compañía, porque hacen de mi camino algo más cómodo, de mis bailes algo más dulces, y de mis fiestas algo más divertidas.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

lunes, 12 de agosto de 2013

Jorge Julio

Viniste una tarde
Pidiendo limosna
Con un S.O.S.
Gritando en los ojos
Con una tristeza
Ahogada en el alma.

Ellos, no sé quiénes
Te quemaron las piernas
Te cortaron el rostro
Te cerraron las puertas
Y se llevaron tu vida.

Te dí unas monedas
Te abracé y te fuiste
Arrastrando tu sombra
Sin saber que
Desde lejos
Yo me iba contigo.





















Autor: Felipe Guzmán Bejarano.