miércoles, 25 de julio de 2012

Harry Steinberg Dawson pt. 3

Una vez afuera del edificio, Harry se sintió perturbado por la claridad del aire, la nitidez del cielo y el estrepitoso silencio.  "Betania" (la calle del edificio de Eric, perpendicular a 14Oeste) nunca fue un lugar muy transitado, pero ese silencio seguía siendo peculiar. Por la 14Oeste tampoco pasaba nadie, ni siquiera escuchaba los autos venir desde la Alameda. Era como si momentáneamente todo el mundo hubiera desaparecido. Esta soledad, este constante silencio, esa maravillosa quietud, le trajo a Harry un profundo sentimiento de paz. El impertérrito mundo a su alrededor estaba en sintonía con él, sentía que por primera vez las cosas funcionaban a su mismo ritmo, por lo que decidió caminar a un paso más lento de lo imaginable. Siguiendo las instrucciones que le anotó el Dr. Blair en una mundana servilleta, cruzó las calles más atestadas de vehículos, con un sosiego indescriptible. El mundo no estaba completamente solo, claro que veía a un par de personas caminar por la calle, se fijó en los viejitos dándole pan a las palomas en la Plaza de las Rosas, los ciegos caminando con sus lazarillos por las veredas verdes y las niñas pequeñas comiendo un helado a la hora del almuerzo con sus padres de la mano, pero todo seguía ese irrompible ritmo amigable.

El camino al insospechado edificio oscuro era más largo de lo que se veía desde ese piso 12 en que le señaló Eric. Caminó por lo menos 70 minutos antes de que viera su viejo reloj atrasado. Marcaba las 15:27, pero era difícil guiarse por tal maquina debido a las complicaciones de su ineficiencia cronológica. Le echó una hojeada a la inmunda servilleta, y vislumbro que: si bien podía reconocer todo el camino, no estaba seguro en qué punto del improvisado mapa se encontraba.  Quizás se había pasado por 3 cuadras el primer poste que le indicaron para tomar la próxima calle hacia la izquierda, o quizás le faltaban aun 500 metros hasta encontrarse con la cabina de teléfonos más antigua de la ciudad, punto en que solo tendría que girar a la derecha y se encontraría de frente al edificio. Decidió apostar por que eventualmente se encontraría con el nombre de una calle y podría ubicarse, en realidad no le importaba mucho, pero se imaginaba que estaba atrasado, aunque esto no significó ninguna especie de apuro en su marcha, pues no quería desperdiciar esa paz de la que todavía gozaba en plena calle pública. 10 minutos después de caminar le pareció extraño no encontrarse con ninguna calle que dividiera la cuadra en la que se encontraba. La Plaza Magrite era grande, pero no  tanto. Miró hacia el interior del parque contiguo, y vio una humilde fuente, rodeada de rosas de todos colores y con un faro al centro, era  su fuente favorita de la ciudad, iba mucho allá con su madre cuando era pequeño, cuando conoció a Sofía fue el primer lugar al que la llevó, era muy importante para él. Por esa misma peculiar razón le tenía mucha confianza al agua de la fuente y siempre solía beber de ella. Referente al caso, estaba muy sediento por la caminata, asique fue a refrescarse. Una vez saciada su garganta, pensó en reanudar la marcha, pero prefirió sentarse en una banca anaranjada que estaba a su lado, así podría descansar los pies un rato y reubicarse. Observó la modesta fuente con el imponente faro frente a sí, esta rodeada de un anillo de rosas de todos los colores, luego el anillo circuncéntrico que correspondía al camino y sus banquitas, de las cuales una tenía una estatua del pintor que daba nombre al parque. Alrededor de todo esto había un bosque de manzanos, los cuales proporcionaban la agradable sombra para los calurosos días de verano. El sonido del agua corriendo le daba un toque cuidadosamente infantil al lugar.

-"Agradable forma de actuar la suya, una figura esplendida, un andar muy refinado. ¿No le da miedo manchar ese bonito abrigo que lleva puesto?"

-"No realmente, ni siquiera es muy costoso, me lo regaló mi abuelo hace ya mucho tiempo. Lo use en una fiesta hace unos días, asique tiene sus marcas de guerra."

La interrupción no asustó a Harry (aunque para ese minuto ya había perdido la paz que sentía al inicio de su recorrido), la panorámica vista que tenia de todo el parque era un buen distractor que no dejaba que pudiera irritarse ni asustarse con nadie (aunque tampoco lo hacía normalmente). Volteó la cabeza para ver a su interlocutor de frente, ni siquiera había notado que se había sentado junto a él en el banquito anaranjado. Vio a un hombre de barba oscura, que no aparentaba más de 40 años, tenía un sombrero amplio y negro como su abrigo, que llevaba una pluma purpura en la copa. Llevaba una bufanda del que combinaba con el color de la pluma, unos pantalones de seda tan negros como el resto de su vestimenta, sin embargo unos zapatos relucientemente blancos, estaba fumando un cigarrillo que peculiarmente olía mas a lechuga tostada que a tabaco y tenía en sus manos un libro abierto, pudo reconocer en su portada "In His Own Write". Claro que este minucioso análisis no fue la primera imagen que se llevó Harry del carismático hombre, antes que nada se fijo en su cara. No fueron sus facciones lo q lo sorprendió (la mayoría de estas estaban cubiertas por una prominente barba de cualquier forma) sino el hecho de que estaba usando 5 pares de anteojos, todos del mismo modelo con un marco completamente redondo, pero con los lentes de distintos colores.

-"Veo que no es un hombre que se deje llevar por el valor de las cosas, aunque este sea incluso sentimental. Además de su buena postura es un hombre inteligente, ya lleva 2 cosas que me agradan."

-"Bueno, muchas gracias. Me halaga." Si bien Harry no solía hablar mucho con desconocidos (o con nadie en absoluto para esos términos) había algo en este hombre que hacía que su incesante conversación no fuera incomoda, como suele suceder.

-"Perdóneme si lo interrumpí- continuó el hombre- pero lo notaba tan concentrado y lo vi caminar con tanta gracia hace un rato que pensé que no se daría cuenta y se molestaría mucho si le pasaba algo a ese bonito abrigo. Quizás sea viejo y este ya muy maltrecho, pero apuesto que a su abuelo le debió costar una fortuna."

-"La verdad lo ganó en una apuesta" Harry no se dio cuenta de lo que decía. Nunca hablaba de esta anécdota con nadie, pero ya había iniciado, asique era mejor si terminaba. "Era un gran jugador de póker, cambió este mismo abrigo por una noche con la mujer que el día de mañana seria la madre de mi padre. Esa misma noche, con mi abuela presente, volvió a recuperar el abrigo de manos de los negociantes de cortesanas, además de que liberó a mi abuela de su horrible contrato."

-"¡Pero qué héroe! Esa es una espectacular historia para los nietos. Sería una pena que usted perdiese ese abrigo. Ya no solo tiene valor monetario y sentimental, definitivamente posee un valor histórico bien justificado."

-"¡Bueno usted mismo tampoco se ve como un hombre que le haga falta tal indumentaria!" Respondió Harry con cierta fuerza no intencionada, quería que la conversación cambiara de foco, no le gustaba que la gente apuntara atributos de él, ni de su ropa, ni de la gente conocía, ni de sus cosas, ni de nada que estuviera muy cerca de él.

-"¡Oh! Perdóneme si lo he ofendido en cualquier forma, no fue mi intención. No lo culpo, a veces puedo ser algo intrusivo, mil disculpas. Aunque, refutando a su comentario, puedo decirle con completa honestidad que toda esta ropa es completamente regalada. Excepto los anteojos, esos los colecciono. Me permiten ver este bellísimo parque con distintas miradas."

El hombre producía un efecto extraño en Harry. Cualquier otra persona que hubiera dicho lo del parque no le habría causado mayor importancia, después de todo,  él también creía que el parque era hermoso. Pero por alguna razón, que tuviera ese punto en común con aquel viejo hombre lo instaba a continuar su conversación, a aprender más sobre ese hombre y cómo era posible que viera en el parque lo mismo que él podía ver.

-"¿También le gusta el parque? ¿Vive por aquí?"

-"Oh, pero mi amigo- respondió el hombre- creo que mis ropas lo han engañado ¡Yo vivo aquí mismo! Y en cualquier parte en realidad, todo lo que tengo me ha sido dado y habito en el mundo que me dio mi señor. La gente transeúnte del día a día me llamaría un vago."

-"Oh perdone, no tenía idea." Harry calló en silencio.

-"No te preocupes hijo mío, se que en el fondo me tienes una envidia sana."

-"¿Cómo así?" Preguntó Harry extrañado.

-"No tengo obligaciones y mi casa tiene una vista que apuesto que es mejor a la de la tuya."

Harry lo pensó unos segundos, en realidad no creía que su vida fuera peor ni mejor que la del viejo. Si bien vivía en un departamento en vez de afuera y tenía un televisor y otras ventajas, no creía que estas le ayudaran. No le molestaba trabajar para pagar por ellas, solo se despertaba y era lo que hacía durante el día. Tampoco creyó que le importaría vivir afuera, sería lo mismo. Se levantaría, iría a trabajar dentro de un edificio, volvería al exterior, que sería su hogar, y seguiría su vida como antes. No habría verdaderas diferencias. Aun así, rió por cortesía.

-"Joven,  ría nomas. Quizás pueda pensar que sus cosas le dan comodidad, y espero que realmente se la den. En cualquier caso se ve como un hombre inteligente, que sabe que estas cosas no le dan la felicidad. Parece un hombre afortunado, dígame: ¿Hay alguna señorita que le de la felicidad de la que estoy hablando?"

Harry no pudo contestar a la pregunta. Vaciló un minuto, pero antes de abrir su boca (sin estar completamente seguro de lo que iba a decir) fue interrumpido por el mismo viejo:

-"En realidad no importa ¿sabe? Hay gente que le da demasiada importancia. Es verdad, todos queremos a alguien que comparta nuestra vida. El amor es importante, es quizás la base de todas las cosas." 
Harry tenía muchas ganas de interrumpirlo, ahora quería contarle sobre Sofía, pero no encontraba un minuto propicio para irrumpir en el relato. 
"Pero ahora está por todas partes. Se dopan con las religiones, lo ponen en su música, esta prostituido por la publicidad. Los poetas hablan de él, los adolescentes se emborrachan con él, todos aparentar tener una nueva convicción sobre el amor, el mundo y los misterios, pero ¿Se habrá alguien detenidamente puesto a pensar en lo que significa, de donde salió?" 
Cada vez estaba más ansioso por interrumpir al viejo, tenía la inexplicable necesidad de hablarle sobre Sofía. 
"Un origen, un pasado para el continuo presente que ahora le otorgan. Tiene que ser descubierto, alguien tiene que descubrirlo dentro de sí mismo. Todo el punto de la vida es la búsqueda de uno mismo. No en lo que uno puede hacer, en lo que uno puede llegar a ser, no en lo que uno fue o en lo que será, sino en lo que uno ES. Debe estar dentro de uno de nosotros. Y si esta dentro de uno mismo, no puede venir de la otra persona. No hay que encontrarlo en las demás personas, hay que encontrarlo en uno mismo y compartirlo con ellas. Pero ya hemos pasado esa barrera y ahora lo estamos regalando, lo perdimos cuando lo encontramos." 
No podía concentrarse en lo que estaba diciendo el viejo, tenía demasiadas ganas de explicarle que si conocía a alguien especial, y que la estaba buscando. 
"Todos estamos en este mundo por algo, y yo creo que es más probablemente para eso. Todos podemos encontrarnos a nosotros mismos, y a través de nosotros encontrar a los demás, y a través de los demás encontrarnos a nosotros. Y el amor es el canal para hacerlo, pero no como lo hacen hoy, no como te lo inyectan, como lo ejecutan en tu sistema. O te rodean de él, o te lo alienan completamente. Y al final tu concepción de tu interior, y del exterior, son completamente corrompidas por tu propia situación. La realidad la compartimos, pero en tu propio int—"¡¿Que está diciendo?!" Harry se paro del banco.

Explotó, estaba confundido, mareado, entendía lo que decía el viejo pero no podía razonarlo, todo se veía distorsionado porque no podía contarle sobre Sofía. De pronto se sentía pequeño  y  débil. Se quedó ahí parado. Sin idea de que hacer, sin idea de que pensar, completamente en blanco.

-"¡Mire joven!" Harry, se dio media vuelta al escuchar la indicación del viejo. Vio la modesta fuente rodeada de rosas, el faro que tenía en medio repentinamente se encendió con una luz verde, el agua brotó con fuerza y rego a todo el montón de rosas de alrededor, las que brillaron como nunca con la reflexión de la luz en el agua.

-"Siempre espero ese momento del día, me siento en este banquito y leo algún buen libro. Hasta que la fuente se riega a sí misma. ¿No es maravilloso? El maravilloso paisaje de repente se da cuenta que se está haciendo mal en todo su hermosura, asique decide desequilibrar completamente su armonía, con una combinación de colores completamente aleatoria. Dentro de su caos crea un fenómeno tan irrepetible. Todo para poder mantener su figura esplendida típica. Cambia radicalmente para mantenerse igual, lo que no sabe es que el cambio es más hermoso que la rutina."

Harry tomo una profunda bocanada de aire y volvió en sí. Pensó en Sofía y en que ya debería ser hora de que se fuera. Tendría que apostar por uno de los 2 caminos que tenía y encontrar el edificio con ensayo y error. Se dio vuelta y encontró al viejo de pie, hablando con otro hombre, que se veía ligeramente más joven que él. Vestido con ropas más elegantes que el primero, un chaquetín de seda y un traje a cuadrille, tenía pinta de siquiatra, su peinado chivo y pequeños lentes redondos aportaban el ideal toque a este estereotipo tan bien formado en la cabeza de Harry.

-"Disculpe si mi loco hermano lo molesto Joven." Dijo el viejo ligeramente más joven. "Mi nombre es Jerome Smith. Yo y mi hermano Winston visitábamos este parque a menudo. Ahora mi hermano vive acá afuera solo, yo vengo a detenerlo de molestar a la gente cuando puedo. Extrañamente no es capaz de entender que a la gente no le gusta que les hable un extraño, mucho menos con esos ropajes que lleva. Con su permiso, nos retiramos caballero."

-"¡Espera amigo!" Le grito Winston a Harry. "Se te cayó esto mientras hablábamos." Le pasó la inmunda servilleta con el mapa de Eric. "Perdona mi intrusión, pero juzgando por el mapa, creo q indica a ese edificio que está aquí, justo detrás de nosotros." Algo impresionado, Harry vio que justo frente a su fuente favorita había un edificio más bien modesto, revestido con piedras rojas, una entrada extravagante con una enorme puerta giratoria y unas grandes letras negras, que deletreaban algo ininteligible. 

-"Gracias. En serio."

-"De nada, espero que te vaya bien…"

-"Harry, me llamo Harry."

-"Harry. Espero que te vaya bien Harry"

-"Gracias, tu también cuídate."

-"Ya vámonos Winston." Interrumpió Jerome con una impaciencia deplorable.

Ambos se alejaron cautelosamente, Harry se despidió con la mano de Winston. Cuando ya se habían alejado un buen tramo, Winston se dio vuelta y le grito a Harry: "¡Recuerda encontrarte!" A lo que Jerome le dio un empujón de mala gana. Harry rió para sus adentros.

Sin perder más tiempo, Harry cruzó la calle por un paso de sobre nivel y se dirigió a la estrafalaria entrada. Empujo la pesada puerta giratoria con todas sus fuerzas hasta quedar dentro del recinto, allí se encontró con un hall de recibimiento más grande de lo que se pudiera imaginar. Claramente rompía las leyes de la física, ese enorme salón no cabía en la modesta construcción que había visto afuera. Apenas se retiro de la puerta giratoria se encontró con un hombre alto, delgado y arrugado. Con unos grandes y cansados ojos de sapo y una nariz respingada.

-"Bien venido Sr. Steinberg." Le dijo el hombre. Harry perdió todas las imágenes mentales que acaba de construir del hombre, tenía una voz tremendamente profunda y potente, se imaginaba que era como Steve Buscemi con la voz de Barry White. 
-"Tendrá que entregarme su reloj y su teléfono. Antes de que ingrese, por favor." Harry se quito el reloj de su abuelo y saco de su bolsillo su teléfono sin batería. En realidad no usaba ese teléfono, o ningún otro, estaba sin batería desde hace meses, pero a Sofía le gustaba que lo llevara en el bolsillo por si algún día lo asaltaban, para que pudiera entregar el teléfono y salir sano y salvo. Siempre se preocupaba mucho por él.

"¿No quiere que le guarde el abrigo señor Steinberg? Usted se dirige a las profundidades bajo el sótano del subterráneo de las tinieblas, créame cuando le digo: Allá hace mucho calor." Le pregunto el buen hombre a Harry, este prefirió quedarse con él. Le gustaba sentir la piel a su alrededor, era cómodo para entrar en un lugar tan hostil como el que se avecinaba. 
El buen hombre chasqueo los dedos y del suelo empezaron a salir llamaradas de fuego morado. La colorida incineración empezaba a tomar forma poco a poco, era como una jaula muy tenebrosa, luego empezó a formar un cubo, se asomaron los detalles, una ornamentación muy gótica, unas caras saliendo de las paredes, era un cubo gigantesco, escuchaba gritos a medida que este nuevo elemento aparecía en la habitación, pero eran gritos de júbilo, risas de diversión, gemidos de placer, todo tipo de ruidos provenientes de personas que no estaban presentes. Una vez el fuego ya hubiera alcanzado el techo del enorme salón, se apago completamente, ni un rastro de humo se apareció. Y ahí donde iniciaron a aparecer las llamas había ahora una modesta puerta roja, pintada hasta la mitad de negro. Esta se abrió en dos y Harry pudo ver el interior opaco de una habitación.

Harry se mentalizó, asumió su tarea. "Voy a entrar al infierno. Voy a entrar al infierno."

-"Señor Steinberg" decía el buen hombre mientras volvía a su escritorio de recepción, el cual parecía estar a kilómetros de distancia. "Si lo piensa mucho no alcanzará nada. Solo recuerde como inició este viaje. Buena suerte"

Harry miró una última vez hacia adentro. ¿Ignorando a Eric, que cosa tan mala podía pasar? Dio dos pasos al frente y las puertas se cerraron tras de sí.


-Benjamin Cruz P.

domingo, 22 de julio de 2012

Mon Cherie Momo

Momo:

Debí haberlo sabido.
Tan pronto como llegaste te fuiste.
Dijiste que querías ir a cazar Auroras Boreales,
Y te fuiste.

Después de pensarlo, Momo,
Decidí ir a Nueva York.
Quizás, ahí alguien oyó hablar de tu pelo rojo,
De tu corazón de fuego,
O de tu belleza irreal, digna de seis canciones.

Y si nadie oyó de ti, entonces caminaré.
Así no tendré que subirme a esos aviones que tanto odias.

Por siempre tuyo:
Alejandro.

Autor: Felipe Guzmán B.

lunes, 16 de julio de 2012

Björk - All is Full of Love


Como comenté a fines de Mayo, adoro a Islandia, su cultura, su clima, su geografía, su gente, su música, y sus artistas. Desde hace un buen tiempo que venía escuchando el nombre de Björk, una cantante y actriz islandesa que lleva años de carrera, siendo uno de los artistas más reconocidos a nivel global, junto con Sigur Rós, banda que me fascina. Sin haber investigado ni nada, imaginé por quien sabe qué motivos, que la música de Björk sería Pop, que en lo particular no me atrae demasiado. Por este prejuicio sin sentido, me había dispuesto a no escucharla. Sin embargo, hoy me di cuenta de mi error, y me dí una oportunidad para conocerla mejor. ¡Y qué equivocado había estado! Para mi, fue amor a primera vista, y doy las gracias, porque la primera canción que escuché, fue ésta.

"All is Full of Love"

Durante unas horas, no supe que pensar sobre la canción. Hablé con mis mejores amigos, a ver que opinaban, y llegamos a la conclusión de que son muchas las interpretaciones que se le pueden hacer a esta canción. De hecho, siento que no estamos preparados para entenderla del todo. Y el no entenderla, no es algo malo, porque los sentimientos mismos, raras veces los entendemos.

Una de las cosas que más me impactaron, fue lo humano de los robots. La forma en que articulaban las palabras, cómo se movían, cómo miraban, cómo se tocaban. El amor está presente en todos lados, y no es exclusivo de los humanos. All is full of love, todo está lleno de amor. Esta frase, que articula todo el video, es una de mis creencias más profundas, y me encantó la sinceridad con la que Björk la presentó en su video. La expresividad de su voz, la belleza y misterio presente en las imágenes son también muy impactantes, me tocaron en lo hondo.

Desde hoy, Björk forma parte de mis favoritos.

Felipe Guzmán B.

jueves, 12 de julio de 2012

Harry Steinberg Dawson. pt 5.



Abrumado por la fugaz experiencia reciente, Harry se quedo completamente inmóvil por unos segundos. Solo recobró la conciencia de su situación cuando la mujer empezó a toser de un modo que hacia parecer que se estuviera recuperando de un agonizante ahogo. Sin estar muy seguro de que forma podía ayudarla, se agachó y abrazo por la espalda, levantando la empapada ropa (un camisón con unos telares muy viejos pero muy bellos, con grandes detalles y muy ligeros)  que le dificultaba respirar,  mientras ella trataba de recuperar el aire. Una vez recobrada la frecuencia de respiración estable, la mujer pareció soltar un suspiro de alivio y se apoyo contra la pared del ascensor, dispuesta a descansar después de tal esfuerzo por conservar su vida. Solo entonces, el ascensor continuó su marcha.

"¿Como te llamas?" Le preguntó Harry a la muchacha después de un rato, cuando se dio cuenta de que no estaba durmiendo. No tenia la menor curiosidad en el asunto, realmente no le interesaba hablar con ella, pero tomando en cuenta que eran 2 personas atrapadas en un elevador que demoraba bastante en bajar hasta el inframundo, pensó que era demasiado descortés ignorarla durante el descenso.

-"¿Perdón?"

-"Te pedí tu nombre"

La muchacha demoró un poco en continuar con el dialogo, lo miró fijamente a los ojos por un momento. Harry la miro de vuelta y vio en sus ojos una profundidad fantasmal. Oscuros como las sombras que lo esperaban al fondo de su viaje, los ojos de la niña mostraban un vacío infinito, al cual solo le conocían el dolor y la soledad.

Era la tercera vez en toda su vida que Harry sentía tan fuertemente un alma ajena, ya no hablaba con ella por simple cortesía.

-"Eh… Está bien, supongo que no sirve ocultárselo a nadie, todo el mundo ya debe haberse enterado… Me dicen Boon." La chica puso un gran énfasis en su seudónimo dentro de esa frase.

-"¿Y como te llaman tus padres?" Después de tal crisis sentimental que experimentó Harry, no pudo simplemente aceptar ese nombre tan vago.

-"Espera ¿No me reconoces?"

-"¿Perdón?" musitó Harry extrañado.

-"¡Boon! ¿No? ¿La temible Boon? ¿Bonny chick?"

Harry se estaba cansando de los aires de gloria que tenia la muchacha, así que para convencerla de que no tenia idea de cómo se llamaba, hizo su máximo esfuerzo en cada músculo de su cara para poner la expresión más desconcertante que pudo. No fue tan difícil, pues realmente no tenia idea de que estaba hablando la chica.

-"¡No puedo creerlo! ¡¿Has vivido bajo tierra los últimos 10 años?! ¿O es que acaso nunca has puesto un pie fuera de tierra? Pareces marinero, me extraña que no seas uno."

Harry hizo todo lo posible por mantener la expresión desconcertante, empezaba a dolerle la cara.

-"Bueno, déjame anunciarte que estas ante la presencia de la mítica Anne Bonny"

-"Anne, perfecto."

-"Debería dispararte, los caracoles de mar como tu me dan asco."

-"Creo que voy a ignorar tus amenazas por el bien de esta conversación. Dime Anne, ¿Cómo llegaste hasta acá?"

-"¿No me viste? Me tiraron por la borda, estaba rendida y dispuesta a ahogarme cuando pude aferrarme a tu barca y—"

Anne tuvo que detenerse, parecía completamente perdida y asustada. Por lo que Harry logró entender, Anne creía que estaba en una embarcación, pero no se había fijado en el ambiente que se presentaba a su alrededor. Una pieza  oscura, de un negro opaco, con unas sutiles rayas luminosas que aprecian esporádicamente a través de esa compuerta por la que había entrado. Sentía que la habitación se movía, pero no podía discernir hacia a donde.

-"¿Barca?" Pregunto Harry cada vez más cautivado por la figura de la muchacha. Una mujer que se mostraba tan altanera, con aires de grandeza. De tez blanca y cabello oscuro, con unas pocas pecas por sobre la nariz, y una cara que demostraba dureza y determinación, carácter y decisión. Su cuerpo era jovial, más bien mostraba una ternura casi infantil, pero se notaba que había pasado por mucho, un par de grandes cicatrices a la altura del esternón y varias heridas más pequeñas.  Era toda una mujer de carácter y osadía; y sin embargo, estaba tan perdida, podía ver el miedo en sus ojos, su soledad y su dolor. "Debes estar muy confundida-continuó Harry- ¿No recuerdas que te hallan enviado al ascensor final o algo de ese estilo? Yo estoy tratando de llegar al ultimo piso del infierno ¿A dónde vas tu?"

-"¡¿Infierno?!" Grito Anne asustada "¡Eso es imposible! ¡No he llegado al casillero de Davy Jones! Me subí en esta… Esta… ¡Cosa! ¡Yo no he muerto! ¡No me ahogue! ¡Me subí acá! ¡Me subí acá! ¡Mi padre me empujo por la borda, pero yo llegue hasta acá!" Gritaba desesperada, Harry estaba un poco incomodo y ciertamente perplejo. "¡NO ME AHOGUE! ¡NO ME AHOGUE! ¡NO ME AHOGUE! ¡MATARON AL NIÑO, PERO NO A MÍ! ¡NO ME AHOGUE! ¡CALICO JACK SE AHOGO! ¡MARY SE AHOGO! ¡NO! ¡NO! ¡NO!"

Harry empezó a asustarse, la abrazó fuertemente, inmovilizándola mientras la tranquilizaba "¡Anne, tranquila! ¡Contrólate!". Al parecer hubo algo en la voz de Harry que hizo que Anne se tranquilizara instantáneamente. La tenia abrazada completamente con una mano tocando gentilmente su vientre. Respirando sobre su nuca, le susurro lentamente al oído: "Dime Anne ¿Qué te paso?". Entonces la soltó, liberada Anne se remitió a abrazarse a si misma y tambalearse atolondradamente. Se dio media vuelta, mirando a Harry directamente.

"Atraparon nuestro barco. Veníamos de un atraco a un pequeño barco pesquero, por lo que los hombres estaban borrachos, Calico a penas podía mantenerse en pie, y no nos quedaban municiones. Aun así yo y Mary les hicimos frente, disparamos con todo lo que teníamos, los borrachos se rindieron sin dar batalla, pero nosotras nos quedamos en el puente disparando y ensartando con las espadas a todos los que subían a cubierta. Un cuarto de día estuvimos resistiendo las fuerzas del coronel Barnet, hasta que nos capturaron a fuerza. Nos encerraron a todos en el mismo calabozo, aunque rogamos que no lo hicieran, Mary y Yo no soportábamos que nos encerraran con esos cobardes. Nos llevaron hasta Jamaica, donde vaciaron el barco de Jack y lo vendieron por 100 barriles de whisky. La noche anterior a que nos enjuiciaran Mary y Yo tuvimos una conversación en la celda, decidimos que lo haríamos juntas, que seguiríamos juntas, solo nosotras, nuestros niños no tendrían padre, pero nosotras solas nos las arreglaríamos. En el juicio le contamos al juez que estábamos encinta '¡Abogamos por nuestros vientres!' dijimos. Nuestras criaturas, hermanos, hijos de Calico los 2, crecerían con 2 madres, pero no salvaríamos a ese cobarde. Creímos que nos habíamos salvado, insultamos a Jack cuando lo colgaron, a el y toda su tripulación, toda esa manga de cobardes, ahogados por sus pecados. Pero nosotros no estábamos mejor que ellos, solo aplazaron el enjuiciamiento, estaríamos encerradas hasta que nacieran los retoños, después seriamos enjuiciadas y probablemente condenadas a muerte. Nos encerraron en celdas separadas por 3 meses Para que no confabuláramos, decían ellos, pero en realidad era porque juntas podíamos contra los guardias, si nos tenían separadas, era más fácil. Se turnaban con nosotras, mi celda era los miércoles y viernes. Abusaron de mí y de Mary, tantas veces. Las noches que no me abusaban, no podía dormir por los gritos de Mary. Abusaron de nosotras ¡Con nuestros hijos todavía en nuestro vientre! Esos cerdos asquerosos, nada los detenía. Una noche, el guardia llegó mucho más borracho que lo normal, primero lo escuché vomitar sobre Mary, luego escuche como Mary se esforzaba por que no la tocaran. Mary peleó, peleó mucho. El guardia se enojo, y escuche como agarraba su cuello, escuché a Mary pelear, zapatear, moverse en desesperación, escuche como se acallaba su respiración, el sonido que hacia su garganta al tratar de abrirse en busca de una bocanada de aire que nunca llegó. Y después… No escuche nada, Mary no se movía y yo lloraba en silencio, mientras el guardia seguía zamarreando su cuerpo, no le importara que estuviera muerta, no le importaba la criatura que tenia dentro. A la mañana siguiente dijeron que murió de fiebre, nadie se dio la molestia de preguntarse como murió de un día para otro de algo tan mundano como la fiebre. 2 días después vinieron los guardias a mi celda en la mitad de la noche, pensé que había llegado mi turno, pero en vez de eso me dieron mis ropas y me llevaron al muelle. Allí me esperaba mi padre, en su viejo barco, que me dijo que le había pagado al gobernador de Jamaica para que me liberaran. Estaba feliz, dentro de todo lo que me pasaba, estaba feliz. Había experimentado el mundo salvaje de la piratería, ese mundo con el que soñaba mientras estaba encerrada en la casa de mi padre, pero ya era demasiado, ahora solo quería que mi hijo pudiera crecer con esa comodidad que sabia que su abuelo podía darle. Me sentía renovada, mi padre había venido a buscarme, quien me hecho de su casa, ahora venia en mi rescate, era como una pequeña niña de nuevo. Los días pasaron arriba del barco, deje de contarlos, solo quería volver a la vieja finca en Charleston. Uno de esos días, mi padre me enfrento en mi camarote, me contó la verdad. Desmintió la fantasía en la que estaba viviendo. El no había pagado para que me liberaran. Barba Negra mandó una carta de amenaza al gobernador, que acudió a el en desesperación. Mi padre fue a buscarme, solo para que Barba Negra no llegara antes, pero no tenía ni el más mínimo interés ni en mí ni en su nieto. "Yo no tendré descendencia de un pirata" me dijo con ojos llenos de furia. Tomó su bastón y me pego con fuerza en el vientre, con fuerza y con odio. Yo caí al suelo, llorando y sin aire. Hizo pasar a 3 marineros a mi camarote esa noche, traían mosquetes. Y mientras el miraba, pacientemente, como esperando que unos empleados terminaran una labor, les ordenó que me apuñalaran el vientre. 3 mosquetes me atravesaron la pronunciada panza de 7 meses, repetidas veces. Sentía como mataban a mi niño, lo sentía gritar, lo sentía llorar, lo sentía convulsionarse dentro de mí, y así mismo sentí como dejo de moverse… para siempre. Estuve 2 semanas en mi camarote, sin comer nada, botando, de la misma forma que lo hacia cada mes antes de esa noche con Jack y Mary, lo que solía ser mi mas querido ser. Sangré sin parar esas 2 semanas, casi siempre estuve desmayada, y cuando me despertaba la cama estaba llena de sangre y… y… no puedo describírtelo. Después de esas 2 semanas, cuando aun estaba sangrando, mi padre me levantó y me replico que ya no podía seguir lavando estas malditas sabanas, y que era hora de terminar con todo esto de una vez. Así como estaba, con mi camisón y cuerpo ensangrentado, me llevó hasta el puente y me empujo por babor al agua, mientras la el barco navegaba…Se deshizo de mi. Flote tanto tiempo como pude, pero estaba muy débil, empecé a ahogarme, y cuando pensaba que ya no me quedaba más, apareciste tú. En medio del mar apareció esta habitación, así llegué hasta acá."


Anne se quedo inmóvil, había recorrido el elevador entero por lo menos 3 veces antes de sentarse en una esquina , mirando al infinito mientras contaba su historia, con la cara empapada en lagrimas. Harry seguía en medio del ascensor, pasmado por la actitud de Anne, conmovido por la historia. No sabia que decir, sentía un vacío inmenso dentro. Era algo que no experimentaba hace mucho tiempo, no sabia que hacer, el mismo se estaba ahogando. En cierta forma le causaba risa su ridícula forma de reaccionar, nada de esto le había pasado a él ¿Por qué se sentía así entonces? Su mente daba vueltas en un mismo sentido, no sabia que pensar, que decir, que hacer. Estaba encerrado en una cámara completamente negra, que lo único que hacia era descender con una mujer a la que no conocía, pero que le provocaba abrazarla a cada segundo. Necesitaba concentrarse de nuevo en su objetivo, en Sofía. Quizás ella estaba como Anne, sola, desesperada, sin esperanza alguna, decepcionada por la vida que creyó alguna vez tener y posiblemente recuperar. Empezó a sentir el agobiante calor que tenia antes, pero ahora lo toleraba mucho menos. Su asma empezó a aparecer, tosió mucho, se estaba ahogando mientras veía a Anne sentada en esa esquina, que seguía mirándolo fijamente con esos ojos vacíos pero llenos, vacíos de alma pero llenos de dolor. Esos ojos que no pedían ayuda pues no creían en nada, pero que lo llamaban a uno a caer en ese infinito espacio que se abría ante ellos.

-"Anne" dijo Harry. "¡Anne!" repitió. "¡ANNE!" Gritó con furia. "¿Por qué me miras de esa forma?"

Anne le respondió suavemente, casi en un susurro. "Son tus ojos. Están tan… vacíos"

Harry se estremeció cuando escuchó esa frase. Le vinieron escalofríos con solo pensar que tenia esos mismos ojos que tanto lo llamaban. Esos ojos que lo distraían, que lo llevarían a su perdición, el también los llevaba. No podía creerlo, ese dolor, esa soledad, esa desesperanza… ¿Estaba en él también?

-"¿A ti también te abandonaron?" le preguntó Anne. Harry enmudeció. Su cabeza daba vueltas. "No me abandonaron -pensaba- Y si lo hicieron no me importa. No puede importarme. Son cosas sin importancia. Nadie me abandonó. Mamá se fue. Sofía se fue. No. No. No pasó así. Se fueron. Pero voy a encontrar a Sofía. A eso vengo. A encontrar a Sofía. Sofía no se fue. Sofía. Sofía. Sofía. Sofía. La voy a traer. Solo quiero volver a casa, quiero acostarme temprano con Sofía. Quizás no veamos televisión, pero tengo que buscarla, de todas formas ya estoy acá."

-"¿Y bien?" Lo interrumpió Anne.

-"¿Huh?"

-"¿Te abandonaron?"

-"No." Dijo Harry tangentemente.

En ese minuto se escucho un estrépito gigantesco, sin embargo el ascensor se detuvo con mucha sutileza. Lentamente se apoyo en un desconocido piso y se detuvo. Sonó nuevamente la voz en off del alto parlante inubicable. "Ultimo piso. Harry Steinberg y Anne Bonny, descender por favor."

Anne se incorporo y paró junto a Harry en medio del ascensor. Las puertas se abrieron lentamente. Harry debía admitirlo, justo antes de llegar al final, sintió desesperación. En cierta forma estaba muy aliviado. Cuando las puertas se abrieron por completo el ascensor se disolvió en humo, dejándolos parados en medio de un claro en un bosque muy oscuro, árboles de los mas negros pero con abundante follaje cubrían todo el cielo. Solo se veían diminutos haces de luz que venían de las luciérnagas que volaban alrededor. Sin embargo, gracias a 2 lámparas que pudieron distinguir en medio de la oscuridad encontraron 2 coches arrastrados por elefantes negros como la noche. Y junto a estos estaba el mismo señor alto y delgado que había recibido a Harry en el hall principal a la entrada del edificio.

-"Señorita Bonny- dijo el hombre- suba a este coche por favor. Señor Steinberg, suba al otro coche si no le molesta. Dentro de este encontrará el reloj que le quitamos al entrar en el edificio."

Harry se disponía a subirse al sombrío coche, cuando sintió que Anne le tomaba el brazo.

-"No me dijiste tu nombre."

-"¿No lo escuchaste al bajar? Soy Harry Steinberg."

-"Oh. Gracias." Se despidió Anne con una carismática y tierna sonrisa, a pesar de todavía tener la expresión de dolor en sus ojos.

-"¡Anne!"Alcanzo a decirle Harry antes de que esta abordara su respectivo transporte.

-"¿Si?"

-"¿Realmente solo querías… volver a tu finca?"

-"Si" respondió ella sin titubeo alguno. Con la misma cara de carácter que la vio entrar Harry al ascensor.

-"Te iré a ver cuando termine aquí" Le respondió Harry.


Ambos subieron a sus respectivos coches, y se alejaron en direcciones, opuestas.
Harry se sentó junto a la ventana. Siempre lo hacia cuando tomaba el autobús, y lo haría cuando andará en coche. Encontró el viejo reloj de su abuelo en una mesita frente a su asiento y lo guardó en su bolsillo. Podría ver la hora después ahora quería disfrutar el paisaje.

A medida que se adentraban en el bosque, Harry veía como el follaje pasaba de ser completamente oscuro a un tono más rojizo, como si poco a poco entraran en otoño.
Casualmente veía a un par de niños jugando por el bosque y casas a medio construir; Intentos de viviendas con basura y elementos que se encontraban en el suelo, en una o dos ocasiones vio un campamento de estas viviendas. Con acequias corriendo entre las casas y niños embarrados tirados dentro de ellas, jugando con muñecas a medio coser de lana.

Entre las ramas creyó ver también una pareja caminando, ambos vestidos de batas blancas, fumando en prominentes pipas de agua. Eran abuelitos que no parecían particularmente aproblemados por donde estaban caminando ni como estaban vestidos.
Le pareció adentrarse en un pueblo que estaba completamente vacío y luego cruzar un largo puente colgante, desde el que se podía ver una gran ciudad a lo lejos.

Al cruzar el puente Harry estaba un tanto nervioso, cruzar un puente colgante movido por un elefante negro no era de lo que se esperaba en el infierno. Una vez al otro lado, se abrieron las puertas del coche. Harry descendió y vio que había una de esas antiguas bicicletas, que tienen la rueda delantera considerablemente más grande que la rueda de atrás, estacionada frente al coche. Tenía una nota en el asiento. Harry la tomó y leyó para sus adentros. "Llega hasta la ciudad con esto. El elefante no cabe por el peaje. Con amor, Rocco".

Harry miró al horizonte, hasta la ciudad no debían quedar mas de 2 kilómetros. Decidió que caminaría con la bicicleta de la mano y una vez dentro de la ciudad podría recorrer rápidamente usando su nuevo transporte.

Benjamín Cruz P.

Debo sonreír, y no puedo

Desearía poder ser fuerte, 
Para poder levantar a los muertos,
Acoger al pordiosero
Y perdonar a los asesinos.


Hoy, cuando la gente muere,
Desearía poder ser fuerte,
Para besar al herido
Y sostener sus lágrimas con la mirada.


El degollador se marchó,
Se alejó de estas tierras heladas.
El degollador ya se ha ido.


Pero los cuerpos siguen aquí,
Pesando en el alma.



Autor: Felipe Guzmán B.

miércoles, 11 de julio de 2012

Besos con sabor a sal

Un poco más, ya casi llegas junto a ella, la dulce melodía te recuerda al hogar que dejaste atrás. Quieres una probada de esos labios prohibidos, sus ojos azules se convierten en todo lo que ves. Su belleza lo es todo, el todo es nada, lo tienes claro, una vez toques esos labios, desaparecerás de la faz de la tierra.

Tus toscas manos trepan la roca y llegas junto a ella, una sonrisa seductora forma en su rostro, acercas tu boca a la suya, la besas. “Sabe a sal” piensas y abrazado a ella te pierdes en las profundidades del mar.

lunes, 9 de julio de 2012

Sobre la Muerte y la Vida

¿Se han detenido a pensar en la nada? ¿Por qué existe esta vida, LA vida, y no la nada? Teniendo todo el potencial de la no existencia, en el universo hay vida, estamos nosotros, somos. Para mi, es muy fuerte la idea de la no existencia, de la muerte perpetua. La maravilla de estar vivos, esta magia inexplicable, profunda y poderosa, implica un gozo enorme: Tenemos un mundo lleno de colores, sonidos, formas, olores, sabores, sensaciones, cada uno más asombroso que el anterior. ¡Vivimos en un mundo lleno de experiencias que, hasta donde sabemos, nadie más ha sentido antes! ¡Y estas sensaciones son tan vividas, que no "las siente mi cuerpo", las sentimos nosotros! "Las siento yo." Vivimos nuestras sensaciones. Tenemos el privilegio de estar vivos, de ser las sensaciones que tenemos, de hacernos sentido y ser el mundo que nos rodea.

¡Todo esto lo somos desde el instante mismo que nacemos! Vivimos saturados, llenos de mundo y de realidad, de hermosura. Y digo hermosura, porque es sin duda un espectáculo. ¿Quién no se ha conmovido mirando un atardecer? ¿Quién no se ha sorprendido al ver un árbol en otoño, con esas hojas de fuego y esas raíces como ríos? El mundo se nos presenta como fantasía, como real-maravilloso. De haber nacido en la luna, la tierra nos parecería mítica. Pero nacimos en la Tierra, nacimos insertos en esta maravilla eterna. Cuando niños, las cosas nos asombraban, pero ahora, hoy, estamos tan acostumbrados a ver esta realidad, que en cierta medida, nos hemos vuelto inmunes a su encanto, a su esencia única y especial. Olvidamos lo realmente importante, que estamos vivos, que disfrutamos de un privilegio que nadie más ha gozado. El solo hecho de estar vivos, de existir, aunque sea unas pocas semanas en el útero materno, significa haber gozado más de lo que "nada" más ha gozado antes.

Morir, sea a la edad que sea, es el cese de nuestra existencia, es el fin de nuestro ser, es dejar de sentir, dejar de estar conectados con la vida, es no ser, es ser nada. Cuando las personas se conectan con esta realidad (la no existencia), sienten miedo, pena, incluso angustia. Aquellas sensaciones, que durante toda su vida obviaron e ignoraron, se les presentan como realmente son, como aquello que olvidaron. La sensación de culpabilidad, de "pude haber hecho esto, o haber disfrutado aquello", se hace presente antes de morir, porque uno comprende que fue, pero no se dio cuenta realmente de serlo.

En mi opinión, no hay nada más valioso que la vida. Creo que la muerte no es tan terrible si uno aprecia el hecho de haber vivido antes de morir. La vida es una posibilidad que se nos da para ser felices, para disfrutar, para gozar. Yo ya no temo a la muerte, porque me di cuenta que, al haber vivido, he sido, he disfrutado de la realidad más de lo que nadie lo ha hecho jamás. Aprendí a amar la vida, y con ello, aprendí a aceptar la muerte, sin arrepentimientos, sin culpabilidad ni sufrimiento, porque viví, y eso supera con creces al vacío de la muerte.



Autor: Felipe Guzmán B.

El Viaje


Jack era el líder de la manada. Durante años había congregado a hermosas leonas que le
cuidaban y agasajaban con alimentos frescos. Las técnicas de caza las había enseñado
él a sus leonas y cachorros y por tanto no pasaban hambre, ni frío, por cuanto en las
noches heladas tenían cobijo en un árbol de gigantes ramas que daban sombra y abrigo
en el parque nacional de Ugalla en Tanzania.

Jack estaba feliz. Tenía tiempo para el romance con sus 7 leonas e intentaba no
demostrar preferencia por ninguna, aun cuando los ojos pardos de Hellen, y su suave
pelaje le hacían desear su compañía, pero sabía que los celos entre leonas era un asunto
agresivo y no quería para ella un zarpazo que “le rayara el paño”.

Estaba terminando la temporada que habitualmente traía lluvias y el reflorecer de
los pastizales, pero esa temporada había sido extremadamente seca, con muy pocas
lluvias; por tanto Jack previo que la situación a futuro sería de escasez, hambre, sed y
sufrimiento. A sus 20 años recordaba que en 2 ocasiones anteriores vivió algo similar,
cuando era un cachorro y un “adolescente”. Recordaba un largo viaje al norte con su
manada de origen a la reserva nacional del Serengueti en Kenia, a las orillas del lago
Victoria. Ahí habría agua, pastizales y antílopes al por mayor, que era su plato favorito.

Movilizó a su manada por más de 700 Kms. a través de parajes soleados, secos y faltos
de alimentos. Viajaba de noche para evitar el calor. Pasaron hambre, sed y sintieron
mucho cansancio, pero al cabo de 2 meses lograron el objetivo y disfrutaron de un lugar
mejor, pleno de agua y animales para cazar. Jack nuevamente pudo sentirse afortunado
con sus esposas e hijos en ese lugar idílico. Comía, dormía, ... y poleaba en
forma diaria.

FINAL FELIZ

Autor: M. G. R.


Un motivo para quererte
Una razón para recordarte
Una explicación para extrañarte

Tu compañía es mi alegría
Tu ausencia mi desconsuelo
Tu presencia me revitaliza
Tu amor me da vida
TU


Autor: M. G.

miércoles, 4 de julio de 2012

Habitar.


Imaginemos una situación fantástica, la repentina desaparición de todos los seres humanos en esta tierra. Las construcciones de los humanos se mantienen en pie, pero no hay nadie allí para responder a la función de estas.
 Millones de viviendas vacías, puentes desolados, calles desiertas, edificios solitarios, en general toda la manifestación de la cultura humana dejada a su suerte.
Miremos en específico a una habitación, la persona que solía alojar allí ya no está, a lo más ahora será ocupada por la mascota de la casa (un gato para ser más específico) y no existe ninguna otra persona para hacerse cargo de ella. La primera idea que se nos viene a la cabeza es bastante obvia, la habitación no está cumpliendo su objetivo principal: El ser objeto de habitar.
Esa es nuestra primera escena, ahora procedemos a analizar ciertos aspectos del párrafo anterior: La habitación vacía se convierte en el hábitat del gato doméstico, tiene una cama cómoda, un par de sillas que el gato puede arañar, montones de cables para roer, debe haber uno que otro pedazo de pan en el suelo por si tiene hambre. La pieza esta constituida por un montón de elementos que la convierten en un ambiente perfecto para que el gato pueda desarrollarse. Pero aun con todos estos elementos en su interior se habla de que está vacía. En efecto, no hay personas en ella. El gato puede ser un organismo que aprovecha las condiciones de la pieza para desarrollarse, pero no habita en ella. El gato no puso la cama en la habitación pensando específicamente en que le serviría de cómodo albergue para cuando tenga sueño, el gato no domina el espacio y lo usa para su óptimo desarrollo, no es consciente de la posibilidad ni del objetivo. ¡Por supuesto que la habitación esta vacía! No hay en ella personas que la habiten, ninguno de los elementos dentro de ella, ni siquiera el mismo espacio, cumplen su objetivo, o más bien, no poseen objetivo. Puede decirse que ni siquiera SON.
Para esto se entiende el pensamiento fenomenológico de Heidegger, los objetos son en cuanto exista un sujeto para el cual son. El hecho de que ocupen espacio y tiempo no determina su calidad de existir. Entonces, ampliemos el campo de análisis en la escena. Alejémonos de la habitación, no nos quedemos con el aspecto del “residir” dentro del habitar, y veamos el resto del planeta, desecho y sin humanos. Los grandes monumentos, las apoteósicas conurbaciones humanas, piezas de arte, gigantescas fábricas, frutos del desarrollo del intelecto humano, todos situados en un mundo sin espectadores para apreciarlos.  Ya no existen personas para las cuales sirvan todas estas construcciones.
Las enormes ciudades se convierten en una oportunidad para que la naturaleza avance, las plantas llenan las calles, los ríos se desbordan y vuelven a su canal original, los variados ecosistemas empiezan a apoderarse de los desérticos asentamientos urbanos. Pero esto no significa que las ciudades se transformen en soportes de vida. Pasan a ser hábitats, pero no ganan mayor trascendencia por esto, no forman parte de un mundo porque no hay un mundo para el cual puedan formar parte, no sin personas que lo construyan y habiten.
 Todo esto, todas estas construcciones, todos los elementos que han dejado de ser, muestran y demuestran la existencia de un grupo humano, formaban parte de la vida de millones de personas y eso las hacía parte del fenómeno del habitar.
Efectivamente, el habitar se encuentra en todas esas construcciones, no en viviendas solamente, pues, en este ficticio mundo ahora desértico sufren un mismo defecto que también señalamos antes al describir la habitación: Ya no hay nadie que se haga cargo.
Todas las construcciones, todas las manifestaciones culturales que han sido desarrolladas (construidas de una forma u otra, mas allá de ser fabricadas) responden al habitar pues se relacionan con, y constituyen a, el mundo humano.
 Las personas se hacen cargo de su mundo, su vida y su realidad. Esto es, a través del habitar. Las construcciones responden al habitar y en si mismo representan prueba del habitar. El mismo construir forma parte del habitar, pues el habitar es la forma que tienen las personas de hacerse cargo de su mundo y su realidad. La interacción con nuestro medio es la acción básica de todo ser vivo, pero en el caso humano resulta que no solo interactúa con su medio, sino que se apodera de este, lo transforma y moldea a su preferencia. Es el único animal que, en ves de adaptarse al mundo, ha adaptado el mundo a si mismo, creando un ambiente en el que, irónicamente, el mismo debe estar constantemente adaptándose a distintas condiciones.
Toda construcción tiene como fin el habitar, pues toda construcción es desarrollada desde la mente humana para la mente humana. Sin embargo el habitar no es SOLO el fin del construir, el mismo construir es parte del habitar pues es en si una forma de apoderarse del medio, de hacerse cargo de la realidad, es la manera mas tangente de controlar la realidad que moldea el hombre.
La esencia humana se encuentra en el habitar pues es en su misma condición biológica que el hombre encuentra la capacidad para apoderarse de todo lo que lo rodea, de hacerse dueño de su realidad, su vida, su persona y su mundo.
Volvamos a esa tierra de nadie que expusimos al principio de este ensayo. Todo ese mundo, no forma parte de ninguna realidad. ¿Son todavía construcciones las que se aparecen altivas en el centro de la ciudad? ¿Es todavía ese lugar en el que duerme el gato una habitación?  Fueron construidos para el habitar por el habitar, pero ya no presentan ninguna capacidad ni posibilidad de habitar, pues no pertenecen a nada. En tanto que no hay personas, no hay habitar. En tanto que no hay habitar, no hay construir. En tanto que no hay construir, no hay realidad.
La realidad la construye una persona habitando, en tal relación: el habitar se convierte en fundamento y esencia del construir.