domingo, 15 de abril de 2018

Imposible, Nadie Recuerda, Imposible

Afuera marchaban los ángeles,
a la batalla iban entre fanfarrias
las legiones de Nuestro Señor.

Desplegaban alas y cornamenta,
y lanzaban sus misiles salvajes,
rabiosos como inquisidores locos.

Caía el fuego y el trueno,
llovía el napalm celeste
sobre colegios y hospitales.

Un cura, horrorizado por la escena,
salió a pedir explicaciones
a su generalísimo, el Arcángel Miguel.

"¿Qué han hecho estas pobres almas?
¿Por qué mandas muerte en estocadas?
¿Cuántos ángeles mancharán sus manos?"

"¿Por qué tocan la corneta tan fuerte?
Y más importante, Arcángel mío,
¿te harás responsable de tus actos?"

Los ojos del enviado divino
lo miraron duramente, cual cristal,
y con lenta frialdad parpadeó.

Por toda respuesta,
Miguel desenvainó su espada
y se la puso en las manos al sacerdote.

Un ardor terrible se despertó
en el santo corazón del padre.
Un sentimiento del infierno lo dominó.

Sin pensarlo dos veces,
le rebanó el cuello al Arcángel,
y empezó a bañarse en su sangre plateada.

Dios colocó una corona sobre su temple,
y ordenó a su ejército detener el bombardeo
para que crucificaran al sacerdote.

Colgaron una placa sobre su cruz:

I
N
R
I

A los tres días no quedaba ciudad en pie.
Nadie recordaba a los ángeles,
ni las explosiones ni las muertes.

Nadie quedaba para hablar de Miguel
o del cura o la espada o la cruz,
excepto yo, que sobreviví de milagro.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Habitación

¡Oh, miseria de ancianos negros!

Ella, tan bajita que era,
él, tan largo y armatoste.

Eran trozos de carbón quemado,
fría ceniza, derruida, vieja.

¡Oh, calvario de tiempo blanco!

Él, doblado amargamente,
ella, dándole de mamar su pecho.

Los dos fundidos en su lecho
esperando las llamas de la muerte.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Luto

Mi bebé nació muerto:
Muerto en las lágrimas del invierno,
entre la caduca piel de su madre.
Tras el triste parto decidí
que lo mejor era enterrarlo
entre las páginas de mis libros.
Cada vez que paso la vista
por sus desgastadas páginas
veo su carita llorosa y sangrada.

Mi pequeña murió también,
el mismo día, horas después.
Una ráfaga de hielo le quitó la vida.
Me la ha quitado un poco de nieve.
Le trencé el pelo, le quité sus ropitas,
y por hacerle la contra al frío
es que metí su cuerpecito inerte
en el hondo abismo del brasero.

¿Que qué tan crudo es el inverno?
Todos los días se mueren mis niños.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano


domingo, 1 de abril de 2018

Fuegos de artificio

Al igual que todos los niños,
fui un diamante en bruto:
una joya ensartada en roca,
fuego encerrado en carbón.

Todos pasamos por eso.

Así como quien vive
y pasa por los corredores,
he sostenido mi destino
en cuencos de bronce y sal,
motivado por fuerzas oscuras,
por fuerzas luminosas.

Nací como una chispa,
y terminaré en un estallido:
hermoso y libre;
perdido y loco
en medio de la noche.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

lunes, 19 de marzo de 2018

Lección de historia

Por todos es sabido
que el quechua,
como idioma,
fue inventado en 1892
por Joseph Quechua,
quien genialmente
llegó al dialecto
luego de un estornudo
de 3 días de duración.

El inglés, por su parte,
fue originado
luego de un jocoso malentendido:
un británico y un chileno
jugaban al tenis
el año 33 antes de Cristo,
cuando una pelota
le revienta la entrepierna
al británico;
"¡disculpe amigo,
que le haya golpeado
en la inglish!",
decía en español
mientras su compañero
profería insultos
en el idioma que hoy
conocemos como inglés.

El italiano lo creó Confucio,
el chino mandarín, Julio César,
y el Castellano hablado en Chile
lo hizo apurado un estudiante
cinco minutos antes de entregar
su tarea de lenguaje.

¿Qué aprender de estas historias?
Fácil:
La historia nos ayuda a detectar mentirosos.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Discurso de disculpa

Tengo que redimir a los caballos,
¡tan mal que los trato
cuando de ellos hablo!
Los he vilipendeado, rechazado,
demonizado incluso,
en tantos tontos escritos...

Siendo sincero, he de ser franco,
y la verdad es que envidio al caballo,
con sus dientes irrefutables,
su cola satelital, y sus crines lustrosas.

Para tratarlos con el respeto que merecen
tengo que evitar ciertos olvidos:
olvidar por ejemplo
que son ciudadanos de la verdad,
excelentes compatriotas
y sensibles interlocutores.
Debo recordar su integridad,
que son acuáticos y subterráneos,
orgullosos descendientes de aymaras,
yaganas, lafkenches, rapanuis;
que es hermano secreto de Ngünechén.

A veces se me va de la memoria
la fantástica guerra que terminó
con el famoso caballo de Wilusa,
Ilión, Troya, y/o Hisarlik.
¡Si es que son símbolos de paz!

Se decía inclusive del Espíritu Santo,
que tenía forma de caballo blanco,
y que nació de la cruza insospechada
entre barcos árabes y carabelas rojas.

Los caballos son malabaristas eximios:
les encanta hacer equilibrio en los horizontes,
arriba del Tupungato, o al borde del pehuén.
Son secos para los trabalenguas,
completan crucigramas tapándose los ojos,
besan con el arte de los verdaderos románticos,
y hacen el amor del mismo modo
en que los niños hacen castillos en la arena.

¿Y qué me dicen de las yeguas?

¡Las yeguas, Diosito lindo!
¡Ellas, que son más buenas que un par
de calcetines regalones!

Ellas, sombras de catarata, saben de sus ciencias:
descorchan vinos cada almuerzo,
no comen carnes rojas (¡no señor!)
y raras veces se enojan;
le ceden los asientos a las cojas
y en otoño lamen los anversos de las hojas.

¡Y de los potros, mejor ni hablar!
Ni en veinte (20) diccionarios
hay palabras suficientes para alabarlos.
¡Y en 21 (veintiuno) tampoco!
¡Que vivan los potrillos, miéchica!

Habiendo dicho estas emocionantes palabras,
espero que no piensen de mí los lectores
que he sido sobornado por los grandes establos,
ni que algún equino mezquino me amenaza
a escribir estas líneas a punta de pistola.
¡No sean ridículos!
Los caballos no pueden apretar gatillo,
¡porque no tienen dedos en sus pezuñas!

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

miércoles, 7 de marzo de 2018

Sobre una buena amiga

Una amiga honesta es una amiga escasa,
Difícil de encontrar, y difícil de perder.
Su compañía nunca trae soledad,
Y su risa no va aparejada de tristeza.

La amiga real no es remunerada,
Su trabajo es entrega y vocación:
Dice las cosas de frente, guarda secretos,
Recibe con los brazos y ojos abiertos,
Celebra los logros, abraza los lutos,
Señala los errores, escucha las historias,
Baila, canta, escribe, pinta, duerme,
Siempre hace de todo con su amigo.

La buena amiga no escatima esfuerzos,
Suda la gota gorda, rompe sus dientes,
Se desgañita de tanto correr por su amigo.
No suelta nunca las manos que sostiene.

La hermosa tiene infinitos nombres,
Porque ella es todo y nada a la vez:
Maestra, compañera, asesora, madre,
Niñera, estilista, doctora, amante, luz,
Esencia, forma y fondo, estrella, río,
Sombra, piso firme, bosque primigenio,
Llama crepitando de orgullo en la noche,
Y bruma que limpia el aire al amanecer.

La amiga leal está en todos lados,
No desaparece luego de decir adiós,
Y llega antes de saludar siquiera.
El tiempo y el espacio le son irrelevantes.

Pero hay una cosa que debe saberse
Sobre la amiga ideal y sincera:
Su paciencia tiene límites,
¡No es bolsa de basura!
Merece respeto y cariño sin igual,
Y su lealtad será eterna
Siempre que se le sea
Eternamente leal.

Cuiden sus amigas,
Merézcanselas.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano