martes, 25 de noviembre de 2014

Los abuelitos

Dos abuelitos sentados en una plaza,
Dos abuelitos mirándose a los ojos.
Él, delgado y calvo, camisa de cuadrillé,
Una bicicleta roja recostada a su lado.
Ella, regordeta y sonrosada, lentes gruesos,
Un ramo de flores soñando en su regazo.
Dos abuelitos hablando de sus sueños,
Dos abuelitos bordeando el romance.

No hay ni sol ni silencio,
No hay ni arrugas ni viento,
Sólo dos abuelitos
En el oro del tiempo.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

lunes, 17 de noviembre de 2014

Precaución: Fuga en Desarrollo. Favor Transitar por la Vereda de Enfrente.

He decidido perderme por un par de días,
A modo de experimento pseudoromántico,
Rozando lo psicótico y lo sagitariano.

Si todo sale bien, ¿quién sabe?,
Podría desaparecer por unos meses:
Me escondería en negros cabellos
Y en tumbas sin epitafio;
Me fundiría en lo azul que tiene cierta alma de mi preferencia;
Sangraría por sangrar nada más;
Vertería vino tinto en las alfombras de mi madre
Para luego negar cualquier responsabilidad de mis actos;
Apostaría zafiros a que el sol está hecho de arañas de luz;
Vendería mi guitarra, compraría un sombrero,
Y pasada media hora colgaría mi sombrero para siempre.

Si las cosas se dan como me lo espero,
Y ojalá así sea,
Podría construir finalmente una casa en un árbol.

Pienso empezar con mis deambulaciones
Cierto día del próximo verano,
Cuando sea tanto el calor que se me sequen los sesos
Y se me evapore todo rastro de razón.
¡No me humedezcan cuando eso suceda!
Quiero estar sediento y sentir la arena del tiempo,
Sentir la arena corriendo en mi frente ardiente.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Del Dolor Subjetivo al Sinsentido Social

¡Ah, la melancolía!
Esa vieja cicatriz que no deja de arder
Se me ha vuelto a abrir de par en par,
Mostrando músculos y tendones por igual.

Me alejo lentamente de todo centro,
Se ocultan mis pupilas de la realidad.
Hedor a lágrima, hedor a mar,
Peste de infancia y amores despedazados.

¡Ah, la depresión!
Que digan los psiquiatras lo que quieran,
No saben en realidad que es una perra,
Una prostituta que cobra con muerte sus ser-vicios.

Siembro maldiciones,
Cosecho corazones negros.
Las amistades se endurecen,
Se vuelven de cristal y las quiebro.

Manipulo la mugre misma,
Esta sensación de estar podrido,
De tener calcetines sucios en las venas
Y amarguras en la garganta.

Quiero mi inocencia de vuelta,
¿Qué fue de la esperanza?
¡Ah, la desolación!
Mi hermana mayor, mi Santa Patrona.

Soy una roca atada al suelo.
Amordazado, maniatado,
Inmovilizado en lo retorcido
De los antivalores de una sociedad madura;
Atrapado en lo perpetuo
De los ideales quijotescos de la adolescencia.

Nuestro mundo está hecho mierda,
Y tanta fetidez nos está matando a todos.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Dibujo II

Se abren los negros cielos
Y caen estrellas de tinta y anhelo.

Sombras tejidas cuidadosamente,
Una sonrisa envuelta en bruma.
Con sus delgadas piernas de araña
Es el terror del mediodía.
Baila siniestras melodías,
Ligera y suave espuma.
Su silencio y soledad engaña,
Es belleza y soltura en demasía.

Fantasma hecho de seda,
Ojos de negro veneno.
Secreto es lo único que queda,
Secreto y miedo ajeno.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

jueves, 13 de noviembre de 2014

Viuda Negra

Él, conversando con esa amable mujer mayor, que entre arruga y arruga dejaba escapar una sonrisa fugaz, se vio envuelto en un torbellino de esperanza. Su pelo corto y bien cuidado, su ropa modesta y sobria, sus senos decaídos reposando en los costados de su pecho, la esencia que emanaba al respirar, todo ejercía una fuerza magnética que en su corta vida jamás había experimentado. Él asentía cada cierto tiempo e intercambiaba impresiones sobre el sentido de la vida y los servicios de atención médica del país, mientras ocultaba sutilmente una erección en sus pantalones. No podía hacer nada, había caído en su juego, la mujer lo estaba devorando lentamente dentro de su mente, y lo había atrapado con hilos de plata en su corazón.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

Debo

Debo dejar de escribir,
Debo olvidar como amar.
Debo guardar silencio,
Debo dejar en paz a los muertos.

Se me está acabando el tiempo,
Debo dejar de respirar,
Debo partir entre niebla y granizo.
Debo cerrarlo todo y salir.

Debo dejar de escribir,
Debo abandonar mis prácticas masturbatorias,
Debo arrancarme el corazón si es necesario
Porque debo dejar de amar a mis mujeres.

Debo abrazar la ceguera,
Debo apagar mis hogueras.

Debo dejar de dormir,
Debo dejar de soñar.
Debo dejar de escribir,
Debo dejar de volar.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

martes, 11 de noviembre de 2014

Daniela

Estrellas,
Luces de zafiro,
Destellos con aroma a mar.
Una mujer,
Ella sonrisa y ella mujer,
En sus ojos la ilusión del oleaje,
Espejismo de bravura y mansedumbre,
Espíritu oceánico,
Ella sonrisa y ella ondina.
Ella luna de plata,
Con voz de luna encantadora
Y presencia de mujer.
Golpes de viento nacen de ella,
Viento en su sonrisa, 
En mi pelo la brisa,
Ráfagas de amor en mi pecho.
Ella pequeña y mujer de ensueño,
Onírica hasta el silencio mismo,
Dulzura, ella delicadeza nocturna.
La veo con el alma,
Es fantasía y fragancia,
Ella es beso y es distancia,
Es vapor y es calma.

Bruma,
Lluvia y bosques,
Peces de colores,
Ella nube y ave azul.
Nieve de fuego,
Lágrima,
Es madera de la madera,
Ella despedida,
Secreto y pluma entintada.
Ángel,
Fantasma,
Ella flor y ella hada.
Sonrisa magnética,
Labios de fuego y magia,
Luz de vela,
Astro de mármol y obsidiana.
Río,
Ella ríe de ser río,
Yo río de verla ir.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano