martes, 29 de abril de 2014

Ella, toda Fuego

Sangre de mis venas, fruto rojo
De la roja vida, que tocas las
Flores con tus dedos y las tornas en
Metal fundido, ardiente, caliente sangre
Y relámpago del pensamiento.

Mujer de nieve sagrada y sol
En sinuoso movimiento, bendita la
Hora en que me perdí en tu curva materia
Y en tu núcleo de río y lecho de candor.
Corazón agitado y mar de fuego,
Fuego de pensamiento, fuego de alma
Que arde, que cuece, que desbarata
El dolor. Fuego ardiente que en tu
Sueño ha de querer, también, arder.

No te guardo rencores, tu no fuiste
Víbora con lengua de cuchillo,
Ni viscoso crustáceo con garganta
De carbón. No pienses mal de mi
Si digo que lloviste en mi espíritu
Más de lo que en Macondo alguna vez
Llovió. Llegaste con la fuerza de
Ochocientos veranos para regalarme
Una guitarra y el don del canto profético.
Con la sangre que derramamos
Me dotaste con la semilla del fuego,
Que no conocerá nunca la ceniza
Ni el humo pétreo del silencio.

Ya siento las raíces nacer en
Mi espalda de espejos, ya
Siento su vid de sangre
Irrigando mi corazón.

El deseo de coral y la esperanza
De piedra, se rompieron como
Estatuas en un bombardeo de tierra,
Pero este anhelo que hierve
Mueve mi maquinaria de piel,
Y vuelve mis huesos en lava,
Convirtiéndome en volcán en llanto
Que augura imposibles y probables.

Palabras de fuego marcaste en mi
Memoria. Runas de un rojo que no
Cesarán su brillar, ni aunque la
Muerte ponga su espada en mi lengua.
Nunca dejarás de incendiar con pasión
El alma de los sencillos, tu
Nombre ya es fuego y es madera,
Mimbre celestial por el que todo se
Crea y se destruye en un círculo
Dorado de reencarnación y fuego de
Estrella, enardecidamente estrella.

No quiero caer en destierros crípticos,
Pero fuego es vida y luz que es
La energía y la leche que las
Madres dan a sus cachorros.
Fuego es la uva de sangre roja
Que reciben los dichosos. Fuego
Es agua, es viento de la montaña,
Es recuerdo y movimiento telúrico.
Tuyos son los fuegos del corazón
Y el don del fósforo y mechero.
Tuyo es mi corazón, aunque esté
Ya lejos por un fuego que consumió
Hasta el último de mis sentimientos.
Tuya es la felicidad y la vida.
Tuya es mi poesía, estas letras
Que no podrán hacerte nunca justicia.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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