miércoles, 16 de abril de 2014

La asquerosa inmortalidad del Cangrejo

Detesto los cangrejos.
¡Los odio profundamente!
Con sus tenazas que rompen
Mi carne con sus apretones mortales.
Su inmortalidad asquerosa
Se ubica en sus costillas, bajo sus patas,
En sus maquillajes baratos de roja mentira.
Llevan tatuados en los caparazones
El golpe insistente del mar,
Y orgullosos lo exhiben,
Con una petulancia que da náuseas.
Los cangrejos son unos mentirosos,
Ocultan sus intenciones, caminando de costado,
Nunca van al grano, evaden sus responsabilidades,
Se esconden en cavernas oscuras y malolientes.
Vistos desde arriba, parecen un sol negro,
Una mancha de sangre seca que se arrastra,
Lentamente, por las playas más puras,
Ensuciándolas con su burlesca forma.
¡Errores ambulantes!
¡Bichos con aliento de mantícoras!
¡Arañas caídas en desgracia!
La luz no se refleja en su coraza,
La devoran por una temible osmosis.
Son agujeros negros para la felicidad.
Los cangrejos como ella no tienen corazón.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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