martes, 8 de mayo de 2012

Tabaco

Hoy soñé que fumaba, de una manera casi compulsiva, el humo que emanaba mi boca de fuego nublaba mi vista, al grado de que por unos instantes estuve perdido. Perdido en mis sueños, me deje invadir por esa niebla tan mía, sentí como mi alma abandono mi cuerpo en el ultimo suspiro, y como mi esencia se mezclaba con mi aliento. Y así vacío y perdido en la densa nubosidad onírica, el olor del tabaco quemándose me llevo a un nirvana personalizado y artificial.
Viaje a pabellones de maternidad, vi a mi padre perdido en el humo de la sala de espera, fumando nervioso, a una velocidad casi mecánica, donde todos esos hombres destinados a asumir su paternidad y sentar cabeza, dejar de soñar y empezar a rendir, todos en conjunto generaban una hoguera en la cual sus anhelos e ideales ardían y de las cenizas renacían hombres nuevos, no necesariamente mejores, pero definitivamente mas rentables. Y todo se resume al humo, un llanto retruena en la sala, la nubosidad torna cada vez mas densa, y una congoja invade mi pecho seguida de una melancólica nostalgia invernal. 
(...)
Nací a las siete de la mañana, suena la alarma, exactamente a la hora en que se conmemora otro día mas de mi nacimiento, abandono mi casa, la misma niebla, la frialdad característica de junio, viajar con el camino difuso, mis pupilas de dilatan en busca de una imagen clara, mas no hay respuesta satisfactoria, mas la difucion y subjetividad aumenta la incertidumbre, respiro, ese olor,
tabaco, cierro los ojos, y me desvanezco.


Autor: Fernando Hormazabal

No hay comentarios:

Publicar un comentario