En los valles del norte conocí a un gigante flautista. Con su quena y su zampoña iba llorando nubes invisibles y salares de oro. Me contó que cuando el sol se esconde tras el Morro, él se dedica a tejer constelaciones. Cuando acaba su pasatiempo, se acuesta abrazando el Parinacota, donde sueña con su padre el Inti y su madre el sudor. Con su mirada ciega y su andar pausado entendí que su vida fue sal y tierra, dura y seca.
En los valles del mundo conocí a un gigante solitario, puro de alma, y tan pequeño de rostro como yo.
En los valles del mundo conocí a un gigante solitario, puro de alma, y tan pequeño de rostro como yo.
Autor: Felpe Guzmán B.
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