Hay una niña que me mira sentada en la Luna.
Todas las noches la encuentro ahí,
Pero no me molesta que me mire al trabajar.
Solo soy un viejo que vive junto al mar,
Su juventud me quita años sin llorar.
A veces dejo de escribir para admirarla,
Desde mi mesa se ve muy pequeña.
Extiendo mis brazos para agarrarla,
Para sentir su piel tan pálida,
Pero ella se escapa a donde mis dedos no puedan
Acariciarla.
Su cabello es rojo como las rosas,
Pero la luna le da un aspecto fantasmal.
Siempre la veo de reojo, y cuando no,
Es porque he caído dormido
Y la encuentro en mis sueños.
Me gusta su compañía,
Nunca me interrumpe mientras escribo.
Es tan amable en su silencio,
Que me gustaría ofrecerle un poema.
Algún día.
Esta niña azul, menuda y simpática,
Me recuerda mucho a Daniela:
Cuando la luna se marcha,
La extraño tanto como a mi amada,
Tantos años muerta ya.
Autor: Felipe Guzmán
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