Sentados en la barra de un antiguo bar del centro de la capital estaban dos hombres con un trago frente a ellos. Uno bebía para olvidar, el otro olvidaba para beber. Dejaban salir suspiros entre sorbo y sorbo, ante los cuales el barman respondía con una indiferencia marcada en su rostro amargo. Podía verse la lluvia golpeteando en la ventana, y en la radio sonaban los Beatles. Uno de los dos hombres se puso a llorar, y el otro se acordó de una canción de Los Prisioneros.
Autor: Felipe Guzmán Bejarano
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