sábado, 12 de julio de 2014

Mi corazón está en Papudo

Neblina enroscada dulcemente en lo alto de los cerros,
Sol que brilla como baila girando como eternidad de mar,
La riqueza escondida del viento soltada a fecundar mariposas.
Rocas azules, grutas y arena con el encanto helénico de la sal,
La quebrada invisible del Tigre es corona sureña de la ciudad,
El oro se derrama de los ojos de los negros isleños ancianos,
Y las gaviotas pegan aletazos de plata y nube entre las olas.
Casas viejas resquebrajadas por los años de anidar en paz,
Las plazas laten amorosamente durante los veranos frescos,
Y las calles, reliquias olvidadas, revientan de humanidad amorosa.
Me conmueve que hasta el cementerio es una flor de cielo y agua.
Es el festival eterno lo que reverbera en mi memoria,
Espacio de lo despacio, pueblo de quiltros, gatos y pelícanos,
Empanadas, pescaderías, pescadores y botes de piedra ligera.
La delicia del asado dieciochero, la alegría de la Virgencita en año nuevo,
Siestas largas que se estiran por semanas, árboles que son tesoro,
Y el amor de la playa por esas gentes felices que en ella se bañan.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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