jueves, 10 de julio de 2014

El Escondite Perfecto

Las ánforas son más bellas que los crótalos,
No hay duendecillo capaz de forjar sus curvas,
Ni ángel capaz de cantar su voluptuosa estampa.
Encontré una de estas doncellas enterradas en el campo,
Llena de guarenes y gusanos, hedienta a tábanos,
Pero reconocí la gloria inmediatamente,
Brillaba cual joya invisible en sus asas ligeras.
Luego de desparasitarla, lavarla concienzudamente,
Y tras pulirla con lágrimas de gladiolos rojos,
Decidí esconder mi roto corazón dentro de su útero,
Tapando su boca perfumada con un corcho gigante,
Y encadenándola cual Andrómeda bajo 9 llaves de plata
Con la esperanza de que nadie vuelva a ver ni un rastro,
Ni una sola gota de color de mi procedencia.
Los caballos tienen una llave, las otras ocho me las tragué.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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