domingo, 7 de septiembre de 2014

La Oscura de los Noviembres

Esa mujer era como la perfección:
Inalcanzable.
Arrastraba a los incautos y los hundía,
Gastaba vidas como servilletas baratas.
Era un torbellino de oro fino,
Desbarataba corazones como chatarra,
Y después de desnudarlo a uno
Lo arrojaba a calderas y hornos.
Tenía más curvas que una serpiente,
Era fría al tacto, escamada en los pezones,
Con labios en los ojos y más allá de ellos.
Venía del futuro que queda más lejos que el polvo,
Más lejos que los ríos de estrellas,
Más lejos que el orgullo y que la esperanza.
Era cruenta, era esquelética en sus besos,
Pero había un algo de pajarillo perdido en su voz,
Como una niña llorando en su corazón.
Me convencí, años después,
Que ella debe haber estado desorientada,
Buscando un poco de calor, un poco de alcohol,
Pero deambulando erradamente
Por entre el sexo y el silencio de un cigarro encendido.
Las noches en que ella caminaba acompañada,
Esas eran las noches en que no había ni luna ni sol.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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