miércoles, 3 de septiembre de 2014

Espiral

La luz que la recorre es de un sol que no circula por los cielos,
Es el sol de la tierra, el sol de las flores de fuego y de las rocas.
El sudor como sangre invisible corriendo por su carita despierta,
La mirada livianamente fija en lo azulado del horizonte austral,
Piensa. Está pensando en ir al borde del mar. Cuando haga frío.
Cuando sea de noche. Cuando esté sola en las calles empedradas.
Está cansada del olor a neumático quemado, del pan rancio,
De la indiscreción con que la miran las gaviotas, alas de nube.
Hay una foto que vibra en sus manos como por encanto incaico,
Y la mujer se pone a rezar por detrás de la cortina de lágrimas.
Sus negras pestañas tiemblan un poquito, suspiran volutas blancas
Como escupiendo penas del infierno a lo más alto de Altarahiza.
Ella ve un fantasma correr en la playa. Su hijo no está ahí.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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