miércoles, 25 de junio de 2014

Esta vida es una barca meciéndose

Plegarias a Secerse se hacen de noche,
Y oscuras respuestas se reciben por su parte.
Le pido que me abra el pecho con sus dedos,
Y que extraiga las piedras frías de mi corazón.
Me encomiendo a su barca sempergrís
Para irme en vida a su isla de los condenados.
¿Cuántas vasijas llenaré con mis guijarros?
¿Encontraré plumas que no pertenezcan a serpientes?
Por favor no miren mis manos,
No las vean, son tiniebla en decadencia.
El templo de las moscas me recibe,
Y sus paredes cadavéricas se me antojan hermosas.
En el altar, semen y vino en copas doradas,
Pan mohoso como ofrenda al barquero.
¡Vine a embriagarme, dame sangre sacerdote!
¡Dame latigazos de herrumbre!
¡Araña mi espalda con la cruz desgastada de los años!
Hay que rezar, hay que postrarse desnudo en la capilla.
Entre oración y oración mis llagas son más anchas,
Caben mares enteros en mis tajos abiertos.
Secerse, navegarás en mí como quien llora silencioso.
Oh, Secerse, te amo, ven y hazme el amor,
¡Mátame!


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

No hay comentarios:

Publicar un comentario