jueves, 26 de abril de 2012

París.


París
¡Sena! Terrible alimento de la oscura fatalidad que encierra París en su penumbra. No es por Helena que llora este pobre infante, más desolado en su arco triunfal que en su magnífica torre, sino por sus murallas que lo atormentan y encierran en sus catacumbas. Horrible figura la que ve todos los días, más que degradación moral no encuentra en sus túneles y trenes de desprecio, la singularidad de las obras políglotas que duermen en sus aposentos tan custodiados. ¡Libre de desprecio! Solo la satírica silueta de su dama compartida, que todos llaman madre, lo mese y conforta frente a la decisión que lo acoge. Desgraciada lujuria, maldita hermosura ¡Condenado, ingenuo e infeliz soñador! La manzana que recoges te lleva al hundimiento seguro, pues tus cimientos no son más que aire, y las calles infestadas de historia y vida te desvelan y llevan a lugares donde festejas, bebes, comes y siembras la alianza; Pero robas al más temible de los que te atormentan. Apiádate del pobre Héctor que no hizo más que defender su honor y el tuyo, cuando tu solo pudiste atacar por la espalda, mas no evitar que las mismas armas con que heriste te quitaran el sudor de la frente y la saliva de la boca, a mano de Philoctetes y por buen guía de Apolo. ¡Concordia que llevas en tu centro! ¡Indicada y justa palabra! Pues si bien en tus concordias no te soportan, por concordia es que te defienden, pues solo la helénica hermosura se presenta en tus jardines, no haya visto Luxemburgo antes flor más bella, ni fruto más venenoso.  Alimenta, rio Sena, la insaciable hambre de sed que padece nuestro muchacho, pues los regalos que le llegan no son más que artimañas dignas de traerlas aquel mas odioso gobernante, que mas que temer por las bastillas se regodea en los rojos molinos que iluminan tu noche. Descansa lujurioso príncipe, pues son tus deseos, los que  a la fama te llevarán.

Autor: Benjamín Cruz.

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