Por la paz existente entre nosotros dos,
Un lirio y una lágrima la mantienen,
Envueltos en un paño plateado y húmedo
Del canto de arrullo de nuestros rostros danzantes.
Ahora, la lluvia verdosa oculta mis mohosos pasos,
Suaves como la leche materna, o las hojas sobre el lago.
Pero los cielos, nubes, lirios y llantos nos seguirán,
a la gloria última en nuestra agónica amistad.
Autor: Felipe Guzmán B.
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