jueves, 26 de abril de 2012

Me respondió lo mismo.

"… ¡Y contigo no tengo que hacerlo! ¡No necesito construir ese gigantesco muro alrededor mío! Contigo puedo simplemente dejarme llevar por la situación, parte de toda la confianza que tenemos el uno con el otro pasa por eso ¡Porque me dejas ser yo! Creo que contigo es cuando soy más sincero conmigo mismo, es cuando soy más yo"—El escritorio en que estaba apoyado se tambaleaba de un lado para otro, me ponía aún más nervioso de lo que estaba. En este punto hacia pequeñas pausas sin realmente quererlo, me costaba hilar las palabras que tantas veces había repasado en mi cabeza, pero ya había empezado, asique no podía detenerme—"Y creo que puedo reconocer que cuando estamos juntos, a ti también te pasa lo mismo. Cuando estoy contigo, estoy feliz; y cuando estás conmigo, estás feliz. Nos reímos juntos ¡Y siempre que nos juntamos entre todos, nos buscamos el uno al otro dentro del grupo! Digo, si yo me pongo celoso cuando veo que a ti te interesa alguien, y tú te pones celosa cuando yo te confieso lo mismo ¡Tiene que significar algo!"—Hice una breve pausa para mirarla a la cara, quería fijarme como estaba reaccionando a todo esto que le decía. Note que tenía la respiración levemente acelerada y la blanca piel de su cara iba ganando color. Las mejillas cada vez más rojizas iban denotando el apagado matiz de sus imperceptibles pecas rubias y sus ojos tomaban un tono más verdoso que el acostumbrado café que se ve en su iris. Me emocioné al ver tal reacción, algo le estaba pasando. Siendo así, tenía que dar el último paso, la catarsis final dentro de mi prolongada confesión—"Mira, a fin de cuentas todo se resume en que: SI después de todo esto, de todo lo que ha pasado y de todo lo que hemos hecho, yo sigo completamente loco por ti. Asique lo único que me resta saber, y necesito de tu completa sinceridad conmigo en esto por favor, es: Si yo te digo todo esto y te confieso que, así es, todavía te quiero ¿QUÉ. SIENTES. TU?" (Puse un muy marcado énfasis en las últimas tres palabras, indicándole que era la gran interrogante que se interponía entre el nosotros del presente y el nosotros que seriamos después, pues esta conversación se preveía destinada a tener alguna repercusión en nuestra confusa relación). Paso un segundo más largo de lo imaginable, un agudo silencio atacaba mis oídos como un nefasto puñal al estómago. La opaca luz que sombreaba la habitación había desaparecido de mi percepción, todo lo que veía era ella y la pequeña mesita en que estaba sentada, con sus rodillas juntas y los tobillos ampliamente separados. No alcancé a pensar nada antes de que el silencio fuera roto inesperadamente (o quizás no tan inesperadamente para un tercer espectador) por un suspiro de su parte. La vi levemente levantar sus delicados hombros (cubiertos por la suave camisa a cuadros azulados y negros que días antes le había comentado que encontraba simpática y atractiva. Ignoro si se la puso para la ocasión, o fue de esas cosas que pasan por casualidad)  y dejarlos caer nuevamente a medida que exhalaba un aire lleno de emociones y encantos. Después del abrumador suspiro (que, debo decir: toco en mi alma cierto grado de ternura y deseo) esbozó una sonrisa de tal carisma que podría iluminar todos los días oscuros del invierno, ladeó, con delicadeza y apenas perceptiblemente, su cara hacia el lado en que me encontraba sentado, descubriendo su cuello y dejando colgar su, no corto pero tampoco largo, pelo dorado pero no completamente claro. Y por último, sin mirarme a los ojos pero viéndome reflejado en los cristales de sus pupilas, efecto de una inocente y tierna vergüenza característica de la joven enamorada, me dijo: "Lo mismo."

Autor: Benjamín Cruz.

1 comentario:

  1. Muchas gracias por compartir tu talento con nosotros! Simplemente mágico, un aplauso :)

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