viernes, 27 de abril de 2012

Carta para ti, Primavera


Lisa, ¡Oh, mi flor de Lis!,
Meses que son siglos han pasado desde que te marchaste
Con sueños y esperanzas, lejos de nuestro mundo, de tu playa eterna.

En estos siglos, las rosas de nuestro jardín te esperaron incansablemente.
Y en estos siglos, el yo que dejaste atrás, te describe las rosas centenarias.

Nuestra casa, que es tanto tuya como mía,
Sigue tán amarilla como esos soles rugientes,
Iguales a aquellos que nos veían cuando descansabamos
Bajo las sombras veraniegas y solemnes de tu roble.

¿Recuerdas como bailaba nuestra casa al compás del mar?
Desde que te fuiste, el hogar gira más rápido
Que las flores del paraíso cuando se alegran por verte.

¿Y te acuerdas de ese macetero, ¿Donde decidimos plantar pensamientos?

Floreció.

Pero el de los recuerdos ha seguido igual.

A cada día que pasa, las nubes me recuerdan más
A los lirios y cabellos que llevaste contigo,
Y no dejo de mirarlas,
Hasta la hora en que la ballena celestial,
Blanca y permanente, descansa sobre mis sueños.

De este trance en mis memorias no despierto,
Hasta que las olas susurran tu nombre a lo lejos,
Y pienso que estas entrando por la vieja puerta,
Amarga y sobria.

Hay veces donde voy a los cerros cubiertos de margaritas,
Para decorar tu recuerdo con el blanco más simple.

Y hay días en que tu fantasma ronda la casa,
Y no salgo de ella por querer encontrarte.

Cada noche he llorado pensandote,
Mientras abrazo esa vieja foto tuya;
La beso, la acaricio;
Pues en ella sales con gardenias y un vestido blanco
Como las playas a tu alrededor.
Y con esa simple tela etérea,
Cubrías tu cálido corazón,
Como una concha con su pulcra perla.

El recordar tu aroma primaveral agita mi corazón viejo y marchito,
Hasta el punto en que preferiría morir,
Con tal de no vivenciar tan tortuoso y falso gozo.

Tal vez, cuando recibas esta carta,
Las ventanas estarán polvorientas,
Y la casa estará sola con sus amapolas,
Pues yo estaré en las rocas costeras,
Mirando el naranjo horizonte,
Buscando tu rostro en las profundidades,
Que tienen el color de tu nombre.

Autor: Felipe Guzmán


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