domingo, 29 de abril de 2012

Muñeca de Cera.

Te encontré dividida y en el suelo, pero riendo. Brillante de Alegría. Me alegró, yo también estaba trizado, con los meses había sido capaz de rearmarme, pero cuando te vi destruida me di cuenta de que todavía me faltaban piezas. 
Empecé a reconstruirte, no me lo pediste pero aun así trate de hacerlo. Pareciste aprobarlo al principio, definitivamente hubo minutos en que no te agradó, quizás estaba poniendo las piezas en desorden, pero siempre lograba acomodarte de una vez. Eso fue lo que me pasó, logré acomodarte. ¿Y tú? ¿Qué hiciste? Nunca lloraste, sí cuando te movía (porque ambos sabemos que duele), pero no una vez te había rearmado. Siempre sonriente, te encontré destruida, pero sonriente. Cuando te moví lloraste y cuando estabas armada sonreíste de nuevo. Me causaste ternura, te vi vulnerable. Te quise abrazar.
¿Qué pasó entonces? Es bastante simple, la ternura me identificó.  No te quería a ti, quería al Yo que veía en ti. También estuve destruido alguna vez, y en esa oportunidad yo tuve que armarme y levantarme solo, por eso me viste trizado en un principio. Pero ahora la trizada eras tu, no más destruida, solo agrietada.
¿Qué significa esto? Eras como yo. Estábamos al mismo nivel. Y ahora podía verte como eras, no rota, solo trizada. Si éramos iguales podríamos encontrarnos de verdad. Pude conocerte, ya no llevado por la ternura, sino llevado por mi humanidad, por mi naturaleza. Ahí te encontré… Y no eras lo que esperaba.
Cuando estamos formados, somos diferentes. No pude compartir contigo lo que tengo con mis iguales. Somos parecidos en el destrozo, pero una vez recuperados estamos en lugares distintos.
No busco que me entiendas, pero quería que lo supieses.


Autor: Benjamín Cruz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario