domingo, 12 de octubre de 2014

Sabio Amigo

El hombre que sabe llorar a sus perros,
Los perros, los perros del mundo,
Todos los muertos de hambre sonrientes.
El niño que sabe reírse entre dientes
De las colas de los supermercados,
Y de las esperas, trámites, silencios.
El árbol que ve el cielo más grande,
Que encuentra sentido en las traiciones
Y que crece en la soledad y la tormenta.
Él, que no es dios ni es fruto,
Ni es espermio, ni mesa, ni dragón,
Es el corazón mismo del verano,
Una suerte de megalito etrusco
Que coloca vida en los huevos rotos
Y manantiales en los desiertos.
Digan de mí lo que quieran,
Pero no toquen su integridad de ángel
Ni su valentía de héroe patrio.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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