sábado, 18 de octubre de 2014

Entendimiento mutuo en un mundo vacío

Será por la tristeza que me poseía, o producto quizás de los cambios en la presión atmosférica asociados a la llegada del mes de Octubre, pero cuando más te necesité -y no quiero decir con esto que buscaba tus caricias o la delicia de tu figura junto a la mía-, el viento me trajo el abrazo premonitorio que me indicaba que estabas llegando.
Apareciste con una mirada de honda sinceridad y con las palabras que me hacía falta escuchar. Te precedía una luz que parecía maná, el sonido de las rocas y el silencio de una flor. La frescura del viento que levantabas con tu presencia nos envolvía, y no había nada más en el mundo, sólo nosotros dos y la brisa de los cielos.
No puedo decir a ciencia cierta, menos aún a ciencia incierta, si lo que pasó no fue más que las alucinaciones de un hombre por mucho tiempo sólo. No sé si habrá sido el designio de los planetas, la voluntad de alguna deidad olvidada, destino, causalidad o casualidad, pero ahora que aún sopla el viento como río invisible por sobre mi piel, tengo que reconocer que soy feliz.

Autor: Felipe Guzmán Bejarano

No hay comentarios:

Publicar un comentario