Gracias por darte entera, por la lágrima, el sudor, la pestaña de los deseos, tu sonrisa alquímica, por lo oscilante de tu fuego. Gracias por los besos y el cariño que me regalaste, por la confianza y las noches sin dormir. Por enseñarme la sinceridad vital y las sombras solares te estoy fielmente agradecido.
Pero todavía no te perdono.
Autor: Felipe Guzmán Bejarano
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