martes, 13 de septiembre de 2016

Apariencias que engañan

¿Ves ahí a ese hombre, allí feliz?
¡No bajes la guardia, aprendiz!

Mira al hombre con voz de lucero,
Que al cantar detiene al aguacero;

Mira cómo la gente se enamora
De su encanto y su tez; ahora

Mira su frente despierta y cobriza,
Pero que no te engañe su sonrisa;

No confíes en su noble apariencia
Ni en su angelical resplandecencia:

Al pasar cerca de su sombra pude oler,
¡Que es más fétido que la tumba de Lucifer!

Ese hediondo monstruo de las cavernas
¡Se hace pasar por enemigo de las tinieblas!

Y bajo su máscara de hombre santo
¡Se esconde un aliento de espanto!

¡De sus pedos no querrás tú saber nada!
Que del averno, por pedorro,
¡Satanás lo echó de una patada!


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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