viernes, 16 de mayo de 2014

Huyan del ayer

Flor de metal rasgada en su vientre de lapislázuli será la noche violentada de otoño en que, centrifugando bajo el océano gris de la nieve estelar, irradiará el frío salobre de las ventiscas astrales en las vidas de las mujeres que lloren estrellas por amores muertos e inconclusos. Cuídense las sollozantes, que la luna anda con forma de cadera, con ombligos oscuros de los que brota la tristeza como los invisibles tentáculos de enredadera que con sus espinas abraza corazones, desangrándolos hasta secarlos en papel arrugado por las manos de un dios vestido de luto. Cuídense las de amor en llanto, que la melancolía es una trampa disecadora de insectos pétreos, abiertos de par en par sus caparazones como llagas, ¡Cuidado con los clavos del viento! ¡Cuidado con los insectarios, aléjense de las mariposas crucificadas! Guarden lágrimas para el día de las sangres lapidatorias, guarden pena para los arenales del tiempo, que acero violado en su útero será una tarde de fines de verano. Griten, pateen, maldigan, anden cabizbajas por los basurales, pero llorar, ¡No se suiciden por llorar! Hilo de araña para sus fracturadas almas, seda de paloma para sus oscuros ojos. Pañuelos de algodón para que se limpien la cara. Les deseo leche materna para sus vidas cansadas, ciervas blancas del mañana.
Autor: Felipe Guzmán Bejarano

No hay comentarios:

Publicar un comentario