Tan valientes que parecíamos,
Jugando con nuestras máscaras,
Cuando no fuimos más
Que dos muchachitos cobardes.
No sé cómo terminé perdiéndome:
Sólo quise recorrer el camino
Que llevaba al otro lado de las cosas,
Y traerte un par de camelias que allí crecían.
Pero el punto es que vagué,
O quizás el punto es que no hay punto.
No lo sé ni creo que llegue a saber.
Entre tanto engaño no discierno verdad.
Ahora ando por los bordes,
Lejos de todo posible centro de nada,
Con mi máscara en la mano izquierda
Y un par de camelias en la diestra.
Autor: Felipe Guzmán Bejarano
No hay comentarios:
Publicar un comentario