Estaba aburrido, el día era soleado pero no hacía
calor, y la calle estaba llena de gente yendo rumbo al destino que la rutina
les dictaba. “Este es un buen momento para probar” me dije, y después lancé la
moneda. Cara. En seguida empezó a llover torrencialmente, nadie estaba preparado,
nadie tenía paraguas y se empezaron a empapar, mientras que yo estaba feliz mojándome. El día había pasado de ser monótono a ser más interesante. Me divertía ver como
parte de la gente se extrañaba por el repentino cambio de clima e intentaba
buscar refugio bajo algún techo o edificio, mientras que la otra parte (la cual
era la minoría) disfrutaba como yo la lluvia y en sus caras se dibujaba una
sonrisa reluciente.
No sabía cuánto tiempo llovería, simplemente pensé en
que quería que lloviera, y pasó, así que probablemente iba a durar unos minutos o
algunos meses, todo es cosa de azar. Seguí mi rumbo hacia la fiesta, eran las 9
de la noche y pronto empezaría. Llegué y como siempre pasa, las mujeres estaban
a un lado y los hombres al otro, era hora de que empezara la fiesta, así que
tiré la moneda. Cara. Todos empezaron a bailar, hombres con mujeres, mujeres
con mujeres e incluso hombres con hombres. Se notaba que todos estaban felices,
así que decidí bailar yo también, pero el problema es que nadie estaba solo aparte
de mí, todos bailaban con alguien, nadie solo. Me empecé a frustrar y lo único que
quería era que pararan de bailar para que yo pudiese bailar con alguien, pero
nadie lo hacía. Quería que me prestaran atención, así que lancé la moneda al
aire sin pensar. Sello. “Fack”. Sabía lo que iba a pasar, nadie me pescaría,
nadie notaría mi presencia, y me frustre aún más. Intentaba hablar con las
personas, las empujaba, les pegaba, les gritaba, nada. Nadie se percataba de
que había una persona ahí, intentando hablarles. Tiré la moneda al suelo de
pura rabia, y me di cuenta que había cometido el peor error de mi vida.
Salió disparada, rebotando, y la perdí de vista. Corrí
para alcanzarla, la busque por todas partes, pero no encontraba la pequeña
moneda de 10 pesos. Empecé a llorar desconsoladamente, sin la moneda, iba pasar
desapercibido para todos por el resto de mi vida, ya no tenía nada que hacer. Pero
de pronto una mano se tendió enfrente de mí y me dijo “parece que esta moneda
se te cayó”.
Autor: Gazzup
Autor: Gazzup
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