¡Que tiemble la tierra!
¡Que se derrumben los pilares del cielo!
¡Que estallen los volcanes,
Iniciando con su fuego la guerra!
¡El coloso ha despertado!
El anciano dormido se sacudió la nieve,
El polvo, y los sueños de encima,
Rejuvenecido por la más ardiente de las sangres.
Esa mujer no tendrá escondite,
Ni perdón ni olvido.
No podrá salvarse de la mirada de granito
Del gigante enfurecido.
Y cuando yazca muerta,
Olvidada entre las flores negras,
¿Qué será del triste titán?
¿Gritará triunfante?
¿O caerá sin vida,
Presa de la soledad?
Autor: Felipe Guzmán Bejarano
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