miércoles, 22 de mayo de 2013

Rabo de Nube

Me falta un poco de Neruda para poder encontrar la palabra ideal, aquella palabra que fue esculpida para nombrar el objeto, para dar cuenta del sentimiento; para cantar con monotonía la dulzura de las formas y el milagro del pan recién horneado. Me hace falta su frente despejada, sus pipas y boinas, para poder recibir al amigo con el rostro pensativo y la sonrisa presta a aparecerse. Si tan solo supiese callarme un poco para que el mundo se abriese ante mí en cada girón de viento, en cada brizna de pasto, en el sol chispeante de las mañanas, en el sol eterno de un atardecer de cinco minutos; si tan solo pudiese apreciar el valor absoluto del papel blanco al dejar la escritura.


















Pero así como atisbo la grandeza de lo simple y lo vano de los tronos, el golpe de cada ola y el aleteo de cada ave se me ven lejanos: al alcance de mis dedos, pero inasibles, intangibles a mis palabras principiantes, increiblemente oníricos, como si fuesen rabos de nube que quisiera abrazar. Cada pequeño rabo de nube es un universo por si solo, y yo soy solo un hombre incapaz de recorrer a pié tantos kilómetros de maravilla.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

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