sábado, 29 de diciembre de 2012

Imagen Surrealista

Y así, pensando solamente en tus labios, hice promesas tan rápido como las deshacía, buscando que esa sonrisa tuya se asomase por última vez. A tu paso la naturaleza nació y murió bajo el capricho de tus emociones fugaces y alocadas. El agua se detuvo a escucharte, el viento se agitó al transportar tu aroma dulce y fragante. El hielo desapareció por un instante, esperando en éxtasis tus palabras. Las calles y las farolas comenzaron a brillar y los letreros apagaron sus luces rojas de neón. Del cielo llovió fuego y de mi corazón brotó una melodía nocturna. Nuestros ojos relampaguearon, azules los tuyos, llenos de tristeza los míos. Bajo esas nubes de cristal la hora del adiós parecía una imagen surrealista, con relojes líquidos y enormes trapecios del color de esta tarde eterna. Bajo ese abrigo gris pude sentir tu piel estremecerse, como queriendo elevarse fuera de la estación de tren, lejos de la ciudad, por sobre el horizonte de invierno, en donde sería destrozada por el frío y la soledad hasta convertirse en las estrellas del ayer. Pero no dijiste nada, me miraste desesperanzada, me miraste y nada más me miraste. Las puertas se cerraron, no pude verte, el tren partió lejos, y el sonido de las ruedas chocando contra los rieles ahogó los gritos en mi mente.


Autor: Felipe Guzmán Bejarano

No hay comentarios:

Publicar un comentario