De un árbol cayó una manzana,
La manzana a la luz brillaba.
El fruto era de piedra azulada,
Y hundido en la tierra lloraba.
Un pajarito escuchó el sollozar
Del prodigio de roca helada.
Bebió el oro de sus lágrimas,
Y a lo lejos sintió una nevada.
Al avecita de alas rojas
El corazón de roca rogaba:
"Quiero morir, déjame sola,
Me he caído de donde colgaba".
Más el ser alado no se fue,
Se quedó justo en donde estaba,
Y para calmar el llanto de la piedra,
Lenta y dulcemente le gorjeaba.
Así estuvieron los dos,
Entre sonido y silencio de alma.
Así estuvieron juntos,
Viviendo cada segundo en calma.
Autor: Felipe Guzmán Bejarano
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