Amigos míos, queridos amigos míos,
Hermanos, hermanas, amores:
Perdonen mis años de volutas de humo,
Las quimeras, decepciones y cenizas.
Tantas imprudencias, frutos del orgullo frío.
Blasfemias, miles, por mi falta de amor propio.
Les pido disculpas por mis promesas vacías,
Ignorándolos mientras seguí almas desleales.
Me avergüenzo hoy de tanta autoinmolación,
De la falta de respiración estoy arrepentido.
Me avergüenzo hoy de tanta autoinmolación,
De la falta de respiración estoy arrepentido.
Congelado en el fondo de ocho lagunas.
Saqué mis propias conclusiones, así como ustedes
Han comprendido la naturaleza de mi carácter.
Es por lo mismo, que les agradezco sus sonrisas,
Y que les digo que debo soltar sus manos.
Es mi deber atravesar volando los oceános,
Y hacer del fin del mundo mi punto de partida.
Sepan que estaré bien, que mi imprudencia innata
Se encuentra bajo la guía de un hombre más sensato.
Sepan, queridos, que los libro de mi compañía rastrera,
Y que mis chistes malos no habrán de rondarlos más.
Me llevo las plumas, las piedras, los espejos,
Las palabras y los besos que me han dado estos años.
Cargo en mis bolsillos cuanto me recuerda a ustedes,
Y mi memoria está llena de sus rostros y colores.
Partiré con la primera luz del alba, coronado
Con agujas de luz y espinas de esperanza.
Autor: Felipe Guzmán Bejarano
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