Es de noche, la luna canta en lo alto, desciendo en las aguas.
Pienso en ustedes, enemigos, me embebo de sus miradas,
Y entro por la única puerta que siempre ha estado en mi interior.
Dentro no hay luz, no hay oscuridad, no hay ruido ni silencio.
Aparece entonces la muerte, y pienso "oh, es la muerte".
Carga en sus espaldas un atado de sarcófagos y mortajas.
|Éste de aquí es el tuyo|, me indica con su delicada mano.
¿En qué clase de sepulcro me vine a meter?
|Había esperado por verte| me dice con seguridad en la voz.
"¿Por qué la muerte querría verme, si no es para matarme?"
|Ven conmigo, aquí sólo nos acompañan los tristes difuntos|.
"¿Qué hay de mis hermanos?" le pregunto a la muerte.
|Aquí sólo nos acompañan los cadáveres de los pájaros|.
"¿Qué hay de mis amigos? ¿Qué es de mis amores?".
|Aquí sólo nos acompañan los cuerpos de los gusanos|.
"¡Quiero salir de aquí! ¡Tengo que salir de aquí!" le digo.
Abre entonces sus ojos la muerte (los tenía cerrados)
Y latigazos de piedra resuenan a lo lejos, haciendo eco.
Fuego empieza a caer del techo, y pienso "oh, hay techo".
Pero dejo de pensar en el techo y me miro las manos.
Me miro los brazos y me miro las piernas, arden con rabia.
Y ahí me doy cuenta de que me duele, de que estoy llorando.
|¿Le tienes miedo a la muerte? ¿Le tienes miedo a la vida?|
Caballos galopan a nuestro lado, sin tocarnos, ignorando el fuego.
"¿Qué quieres de mí, muerte?" le pregunto, ignorando su pregunta.
|Sólo estoy de visita. Vine a enfrentar a mi discípulo contra la verdad|.
Ahí es cuando recuerdo que soy aprendiz de la muerte.
¿Qué tantas cosas he olvidado de mi persona?
Mi cuerpo se consume y salta con fuerza una idea,
Una única y terrible idea: "Esto tiene que pasar, ¿verdad?"
|Así es, discípulo. Tienes que morir porque tienes que nacer|.
El fuego, los látigos, los caballos desaparecen. La muerte se va.
Y emerjo de las aguas, respiro hondo, y pienso "oh, estoy vivo".
Mis músculos están descansados, mi mente relajada, mi alma, nueva.
Imagino a la muerte diciendo trémula |¿Le tienes miedo a la vida?|.
"Esto tiene que pasar" me repito. Puedo seguir viviendo ahora.
Estoy renovado, ya no tengo enemigos, porque me dejé atrás,
Y porque volví a nacer, más dulce, más tierno, más yo otra vez.
Dejo bajo las aguas los cadáveres y los sepulcros, y reanudo mi camino.
Autor: Felipe Guzmán Bejarano
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